La industria del fuego

Una nueva industria  se ha instalado en la provincia de Córdoba. Esta se suma a la automotriz, a la del turismo o la de alfajores sólo por nombrar algunas de las ya existentes. 

Una nueva industria  se ha instalado en la provincia de Córdoba. Esta se suma a la automotriz, a la del turismo o la de alfajores sólo por nombrar algunas de las ya existentes.

Es la industria de los incendios forestales, creada desde el cinismo y la desidia.

Es más nociva que la  extractivista, ya que extermina la naturaleza en su totalidad. Naturaleza que nuestra Constitución Nacional y los tratados internacionales suscriptos por el Estado argentino instan a preservar.

Pero ahí están los cínicos y avaros, empleando todo su poder para la destrucción, arrasando el territorio con incendios provocados intencionalmente desde la cobardía y el anonimato.

Hoy nos encontramos con una sociedad dividida: los que creen el discurso que se instala con artimañas e inescrupulosas campañas publicitarias de que los incendios han sido fruto de la negligencia de dos o tres indolentes, que son detenidos y liberados a los pocos meses, y los que leen la realidad y están indignados y decepcionados por lo que ocurre.

Quienes deben velar por una sociedad justa y un ecosistema sano, gastan miles y miles de dólares de los cordobeses en alquilar aviones, usar helicópteros, camiones y un sin fin de fondos públicos que destinan a “intentar combatir el fuego”, en lugar de trabajar en la prevención lo que insumiría menores gastos  y mínimas pérdidas.

Estos incendios se podrían haber evitado en un 90 por ciento con el sistema de alerta temprana, el cual inexplicablemente se levantó y no funciona más, sin que nadie explique por qué.

Mientras los incendios generen cuantiosos beneficios económicos para un sector,  esta industria crecerá y Córdoba no dejará de arder  y desaparecerá el último 3 por ciento de bosques  nativos que nos queda en la provincia.

Pena e impotencia ante la pérdida de vidas, de casas y de miles de hectáreas de bosque con sus aves y animales que mueren incinerados. La fauna no se queja, nadie escucha sus gritos; solo mueren y desaparecen por la ambición de quienes se benefician y lucran con el fuego.

Guillermo Galliano
Presidente de la Fundación Mil Aves

Fuente: cba24n.com.ar