La otra economía ¿Qué puede aportar la economía social al desarrollo argentino?
Los valores de la cooperación podrían ser una opción conveniente para lograr mayor competitividad sistémica y un sendero sostenible en lo económico y sustentable.
01/08/2023 El PaísLos valores de la cooperación podrían ser una opción conveniente para lograr mayor competitividad sistémica y un sendero sostenible en lo económico y sustentable.
Ricardo Gerardi (*)
La historia económica argentina demuestra que no ha sido posible articular el ordenamiento macroeconómico, de manera tal que permita bajar la inflación, impulsar las reformas estructurales que lo hagan sostenible en el tiempo (y permitan -entre otras cuestiones- reducir la informalidad) y vincularlo con un plan de desarrollo que posibilite agregar mayor valor en nuestros recursos y generar un ordenamiento territorial más equilibrado.
La economía social, y los valores de la cooperación que ella representa, podrían ser una opción conveniente para lograr lo anterior ya que permitirían alcanzar una mayor competitividad sistémica y un sendero sostenible en lo económico y sustentable, desde un punto de vista ambiental y social.
Posibilitaría no solo alcanzar una mayor inclusión social sino también hacer más eficientes -o reubicar si fuera el caso- a los sectores que hoy gozan de beneficios corporativos que no son viables de mantener en el tiempo.
En este sentido se podrían generar los recursos para impulsar una reingeniería, como lo han hecho países de Europa para entrar a la Unión Europea o para poder competir con países como China.
¿Qué puede aportar la economía social?
Es evidente que una respuesta a este interrogante debe provenir de los actores de la economía social, en especial de sus asociaciones, federaciones y confederaciones.
Sin embargo, desde una mirada externa, nos atrevemos a plantear algunas reflexiones que se espera sean de utilidad para el debate, en línea con la posibilidad de dar mayor valor agregado a lo local y regional.
Comenzaremos con una referencia a las mutuales para destacar que se trata de instituciones de importancia en lo que se refiere a los servicios que proveen a sus asociados.
¿Pueden hacer algo más en una perspectiva de desarrollo?
Consideramos que sí, y al respecto hay recientes ejemplos como el de la Asociación Mutual Mercantil Argentina, de Villa María, cuya mesa directiva suscribió con la Cooperativa Obrera y la Federación de Cooperativas de Consumo un convenio marco de integración, con el objeto de desarrollar acciones en común que apoyen la gestión y el desarrollo del cooperativismo y del mutualismo de consumo en la provincia de Córdoba.
Este acuerdo de integración, con efectos en el corto y mediano plazo, se concretó a través de diversas iniciativas que ya se encuentran en marcha.
Por otra parte, algunas cooperativas que proveen de bienes y servicios a sus asociados han desarrollado distinto tipos de prácticas orientadas a fortalecer a sus proveedores, tanto en lo que se refiere a una mayor calidad, trazabilidad y cantidad de bienes y un mejor precio (en particular, eliminando la intermediación innecesaria).
Un ejemplo ilustrativo de este accionarlo ofrecen algunas cooperativas de consumo, como es el caso de la Cooperativa Obrera, con el propósito de lograr una buena articulación con los proveedores locales en los espacios de distribución de que disponen.
También en el ámbito de las cooperativas agrarias hay múltiples ejemplos -como es el caso de las entidades de Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)-, en su entrelazamiento con las comunidades locales para responder a las necesidades del ecosistema, contribuir a una mayor sustentabilidad ambiental y promover una educación cooperativa de las nuevas generaciones.
Por su parte entidades del sector, como Coninagro, están trabajando en el Consejo Agroindustrial en un Plan de Desarrollo Federal que representa una generación de empleo genuino muy importante, y junto con el Inta y el Inaes capacitan a más de 200 técnicos agropecuarios en todo el país, entre otros aportes.
Aunque hay pocos casos de cooperativas en el sector de la economía del conocimiento, este resulta un campo propicio para ser desarrollado.
En cuanto a las experiencias cooperativas en el plano de la economía del cuidado de personas y de la naturaleza, resulta muy significativo el aporte al reciclaje, su articulación con la economía popular y el potencial existente para incrementar y dar mayor valor agregado a los distintos tipos de residuos.
Al respecto debería mejorarse aún más la articulación con los Estados y posibilitar una mayor participación de las comunidades locales, así como incrementar la información y capacitación orientada a los distintos actores para su logro.
En cuanto a la construcción y mantenimiento de vivienda, infraestructura urbana y articulación en urbanizaciones populares, las organizaciones de la economía social tienen, y pueden tener una mayor presencia en la medida que aseguren procesos de contratación y control transparentes, que eviten posibles malversaciones, y donde sus participantes y el Estado jueguen un rol importante en cuanto al control y la búsqueda de eficiencia y eficacia.
Cabe mencionar también la importante contribución de las cooperativas de servicios públicos y su papel desde inicios del Siglo XX, en la prestación de servicios de electricidad, agua potable y gas, en ausencia de la provisión de estos servicios por parte del Estado o de las empresas privadas.
En cuanto al sector de servicios financieros, que históricamente tuvo un rol gravitante, es importante que pueda consolidarse brindando cada vez mayores prestaciones a sus asociados, no solo para consumo o capital de trabajo, sino también y especialmente para inversiones productivas articuladas con un plan de desarrollo.
Respecto a las cooperativas de trabajo, cabe señalar su rol fundamental en cuanto a la provisión de bienes y servicios que el sector privado no ha podido seguir prestando o no puede prestar.
En este caso, se destaca la importancia de que estas organizaciones aseguren un funcionamiento autónomo que pueda impulsar una gestión participativa acorde con un fortalecimiento organizacional que asegure la sostenibilidad y la eficacia en su accionar.
Un aspecto importante para mencionar es el de las compras públicas a las cooperativas, a partir de algunas iniciativas que han sido implementadas como la del Municipio de San Martín (provincia de Buenos Aires).
En esta perspectiva, también resulta de interés la iniciativa del Ministerio de Defensa de la Nación y el Inaes para que las entidades cooperativas puedan participar como proveedores del Ministerio mediante el Fondo Nacional para la Defensa.
Se espera que puedan participar las cooperativas de los rubros metalúrgico, alimenticio, textil, farmacéutico, químico, de informática, de muebles, de servicios eléctricos y construcción.
Finalmente resulta relevante destacar la importancia de que las entidades de la economía social puedan mostrar en su Balance Social o en instrumentos similares, los indicadores que permitan objetivar su aporte, de modo de estimular a que también lo hagan otras entidades privadas y públicas que en la actualidad no lo han explicitado.
Este aspecto comunicacional y educativo puede ser un recurso valioso por su retroalimentación positiva con el resto de la comunidad, e impulsar a que los Estados -en sus distintos niveles- puedan brindar información de interés público a través de instrumentos como los tableros de control ciudadano que rinden cuentas de las contribuciones y aportes en concreto.
Se debe destacar que una mayor presencia institucional de las organizaciones de economía social en el Consejo Económico y Social a nivel nacional, así como en espacios públicos similares de las provincias, municipios y regiones, y en instituciones privadas (como el Foro de Convergencia Empresarial) permitiría enfatizar en los aportes concretos al desarrollo con los que contribuyen los distintos actores.
(*) Economista.