Laboulaye: son hijos de tamberos y deben ir a la escuela en canoa
A 5 kilómetros al sur de esta ciudad, el agua cubre cientos de hectáreas. No hay caminos por donde circular. Los puesteros de tambos a diario se lanzan a la odisea de cruzar enormes lagunas empujando un bote
07/07/2017 MUNICIPIOSA 5 kilómetros al sur de esta ciudad, el agua cubre cientos de hectáreas. No hay caminos por donde circular. Los puesteros de tambos a diario se lanzan a la odisea de cruzar enormes lagunas empujando un bote y vestidos con ropa de pescadores para llevar a los chicos al colegio o ir a comprar mercadería a los pueblos
La inundación en el sur cordobés no da tregua. El agua sepultó millones de hectáreas, pero más allá de las frías cifras de las pérdidas económicas, en medio surgen las historias de aquellas familias que a diario deben afrontar el desafío de cruzar por lagunas que parecen no tener fin para llegar a la escuela, ir al mercado o arribar a su puesto de trabajo.
A unos 5 kilómetros de Laboulaye están los tambos de don Enzo Iommi. En estas tierras viven 5 familias de tamberos con hijos en edad escolar. Pero no hay caminos por donde salir, y la solidaridad de un vecino que prestó un bote permite ahora a un puñado de chicos poder llegar todos los días a clases. Sus padres se deben calzar los trajes de pescadores para arrastrar el pequeño bote tanteando el camino que hoy, sepultado bajo agua, sólo se diferencia por los límites marcados por los postes de alambrado sobre los costados.
“Los chicos van a la escuela rural de Salguero. No hay forma de salir en auto ni caminando. Gracias a un vecino que prestó una canoa, los padres los acercan hasta la ruta provincial Nº 4 y allí, otro vecino, que pasa en un auto y lleva a su hijo, traslada a los chicos de ese matrimonio hasta el colegio, que está a unos 5 kilómetros”, detalla Daniela Iommi.
Para los pequeños, seguramente, es una aventura viajar en bote, pero para sus padres una gran preocupación. “Los chicos no llevan el delantal puesto porque lo dejan en la escuela para no ensuciarlo”, agrega Daniela. Quien destaca el esfuerzo de las familias tamberas que a diario se aventuran a cruzar por inmensas lagunas para llegar a la vera de algún camino seco y allí dejar seguros a sus hijos para que vayan a clases.
“Tuvimos que comprarles ropa de pescadores a los padres y a los chicos para que puedan cruzar las lagunas”, agrega.
Sin salida
Los campos que alquila la familia Iommi están ubicados a unos 7 kilómetros al sur de Laboulaye, sobre ruta provincial Nº 4. De 470 hectáreas, más de 200 están totalmente sepultadas bajo agua.
“Nos dedicamos al tambo, pero tuvimos que correr los animales a unas tierras altas de una loma para poder seguir trabajando. Tenemos seis familias de tamberos. Donde ellos viven el agua no llegó, salvo el caso de una de las familias que está cerca de la ruta y que está totalmente rodeada de agua. Es esta gente que debe sacar los chicos en canoa para que vayan al colegio”, precisa a PUNTAL Daniela Iommi.
Hasta hace un mes, en este sector aunque había agua, los empleados podían salir en sus autos o a pie. Pero hoy nada de eso es posible. “No hay caminos, es barro solamente. La napa está arriba. Nosotros con algunos productores estamos tratando de mantener algunos caminos para sacar la producción, pero si llega a llover no pasamos más”, asegura la mujer.
En la noche del martes cayeron en la zona de Laboulaye 10 milímetros y con estos reflotaron las lagunas en los caminos. “Habría que construir nuevos caminos por los campos, pero eso es muy costoso porque hay que hacer un empedrado, y los políticos no van a ayudar. Es la realidad. Estamos muy preocupados”, dice Daniela Iommi.
Un “acueducto” para sacar la leche
El tambo de esta familia aún sigue produciendo. “Vamos a seguir. No sabemos hasta cuándo. Esperemos que sigamos teniendo algún camino por donde sacar la producción. Si nos quedamos sin caminos, tendremos que hacer un sistema de cañería hasta la ruta para mandar la leche”, sostiene la productora.
Al tiempo que reconoce que aunque son muchas las dificultades, continúan trabajando. “Hay otra gente que está mucho peor, que se fundió, tuvo que cerrar los tambos e irse. Mi papá perdió hectáreas de soja y maíz, pero pudo sembrar algo en algunas tierras altas. Pero si vienen de nuevo lluvias fuertes en septiembre y octubre, se va a perder todo”.
Iommi manifiesta que “la gente no toma dimensión de lo que se está viviendo. Espero que se conozca realmente lo que está pasando. Hay muchos que perdieron todo. Es terrible”, y apunta a los políticos al señalar: “No están a la altura de las circunstancias. No dan respuestas, y nosotros no podemos seguir siendo ciudadanos de cuarto”.
Al sur de Laboulaye y en la cuenca lechera de Serrano son más de 20 los tambos que cerraron y cientos de puestos laborales que se perdieron.