Lectura de una carta
En días recientes se ha revelado una carta fechada el 16 de junio de 2016 enviada por el embajador de la Argentina en Washington, Martín Lousteau, al congresista Pete Visclosky con una lista de pertrechos que Estados Unidos podría proveer a la Argentina por un presunto valor de US$ 2000 millones.
30/03/2017 OPINIÓNEn días recientes se ha revelado una carta fechada el 16 de junio de 2016 enviada por el embajador de la Argentina en Washington, Martín Lousteau, al congresista Pete Visclosky con una lista de pertrechos que Estados Unidos podría proveer a la Argentina por un presunto valor de US$ 2000 millones. La misiva es confusa y complicada por distintas razones. Invoca, al principio, los requerimientos de las fuerzas armadas, aunque a renglón seguido ubica la “cooperación” argentino-estadounidense en materia de defensa en el contexto del combate global contra “escorias” tales como el “terrorismo”, el “narcotráfico” y el “crimen organizado” que, en realidad, constituyen retos importantes a la seguridad. En el caso argentino desde el advenimiento de la democracia, como el estadounidense a través de la Ley del Posse Comitatus de 1878, existe una clara distinción de funciones y atribuciones entre la defensa externa y la seguridad interna.
Adicionalmente, la carta apunta a un doble propósito: adquirir material militar, tal el caso de los aviones de entrenamiento Texan II y conseguir armamentos en el marco de programas existentes sobre transferencias y excedentes que son ofrecidos por el Departamento de Defensa pero que requieren la aprobación del Departamento de Estado. En breve, más que una comunicación dirigida a mostrar estrictamente que la Argentina estaba dispuesta a realizar una inversión en la adquisición de material específico para la defensa se trató de un pedido en el que se anunciaba la voluntad de comprar algo y obtener, al mismo tiempo, varias donaciones. Que eso lo realice un país pequeño o carente de recursos sería comprensible, que lo haga el octavo país en tamaño del mundo y miembro del poderoso G-20 es sorprendente.
A su turno, no se puede colegir de la lista solicitada por el Embajador cuál es el sentido estratégico del material requerido. ¿Ese inventario es el resultado de un ejercicio previo de planeación de largo plazo en el que se tuvieron en claro las eventuales hipótesis de conflictos o que, en su defecto, se hayan determinado las capacidades militares necesarias o que, alternativamente, se hubiese precisado un programa de modernización y no simple remplazo de recursos de las fuerzas armadas? Más que elevar el tono alarmista acerca de una supuesta “carrera armamentista” regional debido al contenido de aquella carta es esencial interrogarse ante la notable ausencia de un debate público y plural sobre la defensa que antecede a este gobierno y que la actual administración del presidente Mauricio Macri ha optado por perpetuar.
Ahora bien, es importante situar la carta cronológicamente para entender el alcance que pudo haber tenido y la realidad de lo que efectivamente ha sucedido entre marzo de 2016 y marzo de 2017. A ese fin intentaré efectuar una cronología que ayude a interpretar ese período de un año.
Por Juan Gabriel Tokatlian *