Les cuesta conseguir alimentos y hay listas de espera en comedores y merenderos de Córdoba

Los comedores y merenderos que brindan asistencia alimentaria dijeron que no tienen recursos propios, les cuesta encontrar donantes y la ayuda no alcanza a cubrir a todas las familias.

Los comedores y merenderos que brindan asistencia alimentaria dijeron que no tienen recursos propios, les cuesta encontrar donantes y la ayuda no alcanza a cubrir a todas las familias.

En medio de la crisis económica, a los comedores y merenderos de la ciudad de Córdoba se les hace cada vez más difícil brindar asistencia alimentaria a las familias más necesitadas.

La situación es compleja: faltan recursos, hay pocos donantes, los alimentos son escasos y no hay variedad, y la demanda es cada vez más creciente. Los centros de ayuda “hacen malabares” para que nadie se quede “sin el plato” de comida diaria.

María Cozzi, directora ejecutiva del Banco de Alimentos de Córdoba, que ayuda con alimentos a comedores y fundaciones, dijo que la situación puntual es que cada vez que hay una devaluación, los productores se ven afectados y “se abrochan el cinturón”, por eso los kilos y la variedad de alimentos que ingresan al Banco se resienten.

Al mismo tiempo, expresó que la demanda aumenta porque mientras más cuesta acceder a los alimentos, las personas que antes no iban a un comedor ahora lo hacen. “No necesariamente porque no tengan trabajo sino porque lo que ganan no les alcanza para la ración de una comida diaria”, afirmó.

Además, dijo que hay listas de espera porque los kilos de alimentos no alcanzan. “Necesitamos más compromiso de productores y de la industria, pero ese esfuerzo termina siendo insuficiente para la cantidad de personas que necesitan ayuda”, manifestó.

COMEDORES SIN RECURSOS
En tanto, Emanuel Berardo, responsable de Polo Obrero, manifestó que desde ese espacio asisten a 170 comedores y merenderos, y realizan 30 ollas populares diarias en distintos barrios de la ciudad de Córdoba. Y afirmó que hay un desfinanciamiento y vaciamiento de los comedores por parte del Estado.

“Nos mandan semilla de girasol, pasas de uva y yerba. Es insuficiente y no llega. Así no van a dar una respuesta al problema de alimentación”, dijo Berardo. Algo que sucede desde hace cuatro meses cuando dejaron de enviar los 25 productos previstos.

A la vez, planteó que cada vez más personas dependen de los comedores populares y advirtió que esta situación es un caldo de cultivo para la situación social que se está viviendo. “Para nuestros compañeros tener que decirle a una persona que no hay comida es muy duro en un país que genera alimentos. Tratan de solucionarlo haciendo listas de espera, cuando hay alimentos los llaman”, destacó.

Y agregó: “Antes hacíamos rifas o ventas de pollos, pero no funciona porque la gente no tiene dinero para colaborar”.

Por su parte, Silvia Quevedo, coordinadora de Barrios de Pie, relató que la situación es muy complicada por los aumentos de precios que impactan en los sectores populares. “Venimos articulando todo tipo de medidas para reducir el impacto. No sólo con la inmediatez de los factores económicos sino en relación al trabajo”, puntualizó. Pero eso hoy es insuficiente. “Estamos en medio de una crisis social más profunda”, consideró.

LA DIFÍCIL TAREA DE CONSEGUIR ALIMENTOS
Dayana Espíndola, integrante del comedor Dulces Sonrisas de barrio Parque Las Rosas, contó que durante la semana asisten a 175 personas (adultos mayores, niños, mujeres embarazadas) con meriendas y cenas.

“Antes, hacíamos cena todos los días, ahora sólo una vez a la semana porque no nos alcanza. No recibimos ayuda, nosotros hacemos rifas o ponemos de nuestros bolsillos para comprar las cosas”, relató.

En el lugar trabajan 70 personas, las que también cocinan “ollas populares” y para hacerlas necesitan 25 mil pesos, pero ese valor se incrementa al igual que las personas que día a día les piden un plato de comida.

“Los comedores nos turnamos para dar de comer. Antes teníamos una panadería que nos donaba, ahora los comercios están produciendo lo justo y no les quedaba para nosotros. Nos da impotencia no tener comida para todos”, relató Espíndola.

Lo mismo sucede en el comedor Agustín Tosco de barrio Villa Siburu, donde asisten a 150 niños con copas de leche y con 250 porciones de cena para el resto de las familias. “Nos está costando mucho conseguir los alimentos. Ponemos nuestros recursos. Cocinamos una sola noche y las personas que necesitan ayuda, aumentan”, contó Yanina Barrelier, integrante del comedor.

“Es muy complicada esta realidad. Para el Día del Niño pedimos donaciones y no recibimos nada. Seguimos como sea porque no podemos ver a los chicos y ancianos con hambre”, relató.

En tanto, Cintia Bazán, del comedor Mis Niños del Chaparral, contó que asiste a 60 chicos de barrio Güemes y “pelea” día a día para darles de comer. La mujer relató que le cuesta conseguir donaciones y tiene que gastar de su bolsillo para comprar los alimentos.

“Los chicos demandan cada vez más alimentos. Si no van al colegio, no comen. Está muy difícil. Acá vienen muchas personas que están en situación de calle. Los días jueves buscan las viandas, si cocino todos los días no me queda para los chicos”, remarcó.

A la vez, dijo que la situación la aflige y “todos los días pienso cómo seguir”.

También Federico Figueroa, de la fundación Darte Argentina de barrio Los Bulevares, contó que gestionan recursos para los comedores de barrio Guiñazú y Lamadrid, y la tarea es muy difícil.

“Hubo meses en que faltaron las raciones. Si bien tengo mi trabajo y ayudo con eso, las necesidades se duplican y los recursos son escasos. La gente viene a pedir a casa algo para comer”, afirmó.

Si bien reciben donaciones y ayuda de la Provincia con alimentos no perecederos, “año a año la situación es peor”, apuntó. “¿Cómo le decís a una persona que no tenés más comida? Cuando sus hijos no tienen para comer”, afirmó.

Fuente: La Voz