Llegó el Plan Primavera
El Gobierno está envalentonado, avanza sin límites contra cualquier obstáculo y anunció otro blanqueo que no quieren llamar así. Es intolerable que el flanco progre-peronista continúe en el minué de una interna (casi) incomprensible.
26/05/2025 OPINIÓNEl Gobierno está envalentonado, avanza sin límites contra cualquier obstáculo y anunció otro blanqueo que no quieren llamar así. Es intolerable que el flanco progre-peronista continúe en el minué de una interna (casi) incomprensible.
Un Gobierno envalentonado, que se siente a salvo de cualquier interpretación en contrario, avanza sin límites contra cualquier obstáculo. Sus únicas barreras las tiene frente a sí mismo, porque la situación de divisas es desesperante. Recurre al Plan Primavera, que radica en llegar ganador a octubre y a como sea. Después se verá.
Con arabescos comunicacionales y entremedio de la renovada tanda de insultos de Jamoncito, se anunció otro blanqueo que no quieren llamar así. Despierta tantas prevenciones como advertencias en las capitales financieras del mundo, porque quedan aflojados o directamente eliminados todos los controles. Nadie se explica por qué entrarían ahí quienes no lo hicieron en la oportunidad anterior, a riesgo de las habituales volteretas argentinas.
Caputo Toto actuó de guapo indignado frente al periodista Jon Heguier. Fue una de las primeras veces en que un funcionario de su nivel se enfrenta con alguien que no obra de mascota. El colega lo interrogó acerca de si él también traería los dólares que refugió en paraísos fiscales (en su caso, la isla de Man, dependencia autónoma de la Corona británica en el mar de Irlanda). O si sacaría los que tiene abajo del colchón, como sus pares de gabinete.
De lo primero, respondió que enviar la plata afuera es perfectamente legal. Con lo segundo estuvo a una uña de entrar en ira. Dijo que lo de abajo del colchón es una infamia que no está dispuesto a tolerar. ¿Pero cómo? ¿No es el propio Javier Milei quien señaló que los colchones son el refugio de quienes se resguardaron del Estado usurpador? ¿En qué quedamos? ¿De qué se defiende el mayor fugador serial de divisas de la historia?
El episodio es un signo fantástico de lo lisérgico de la escena. Pero vale reconocer que, ante el desierto opositor, la narración tiene respaldo de “sentido común”. Es sensato admitir que había una serie de regulaciones disparatadas. No todas, por supuesto. Y que la concepción meramente estatalista del manejo de la economía no daba ni da para más. Sobre eso se montan los anuncios gubernamentales, aunque partan de una gestión sólo dedicada al serrucho contra los más desprotegidos. Y contra sectores medios que nunca paran de comprar espejos de colores, o que lo hacen porque no disponen de mejor oferta. Impresionante: ahora se los convoca a gastar sus dólares en el supermercado.
Para insuflarle ánimo al Gobierno, arribó lo sucedido en las urnas porteñas.
Parece secundario detenerse en si el nivel de abstención récord que se produjo el domingo pasado, en la elección en general y en algunas comunas en particular, debe influir decisivamente en la lectura del resultado.
Cabe advertir, como lo hizo el consultor Hugo Haime, que en el padrón del domingo había 500 mil extranjeros que pueden votar en elecciones locales. En 2021 y 2023 había 2.500.000 empadronados, y hace una semana fueron 3 millones.
Desde ya que no se trata de quitarle importancia, ni en Buenos Aires ni en lugar alguno, a lo que revela ese fuerte crecimiento de la apatía o resignación ciudadanas. Es una muy mala noticia que aumente el número de quienes sienten que “la política” no está resolviéndoles nada sustancial, ni en el presente ni hacia futuro. Cuando ocurre eso, encima e invariablemente, lo aprovechan las franjas más reaccionarias. Entonces, de ninguna manera se le resta inquietud a la poca participación.
Dicho eso, ¿es lógico inferir que el conjunto de los ausentes representa una tendencia inversa a lo que se votó?
En las cifras estrictas, que a Manuel Adorno lo haya acompañado apenas el 30 por ciento del 53 por ciento es tan cierto como que vale lo mismo para el porcentaje del resto de los participantes. Pero resulta que esta obviedad no parece serlo tanto porque es notable, sobre todo en el campo opositor, la observación de que al fin y al cabo el oficialismo no tiene, ni por asomo, el respaldo social que le adjudican. ¿Y por casa cómo andamos, respecto del (des)entusiasmo que despiertan las variantes contendientes?
Tampoco deja de causar asombro el modo que emplean algunos o muchos analistas para diseccionar el sentido del voto. Agrupan el apoyo a Milei por un lado, y por otro el correspondiente al PRO y a Horacio Rodríguez Larreta. ¿O sea que esos tres sectores de la derecha significan idearios distintos?
Esto último es preguntado sin perjuicio de que, tal como vuelven a pintar las cosas, habría que prepararse para aceptar una amplitud muy grande en la coalición necesaria contra la topadora fascistoide de mercado. Sapos varios. ¿O acaso sería la primera vez?
No es, además, una opinión personal. Leandro Santoro dejó la puerta abierta para articular con los heridos que quedaron tras las elecciones porteñas. Y eso, a su turno, debería armonizarse con una táctica de unidad o unión que surgiera desde el territorio bonaerense, con chances de proyectarse hacia algunas provincias. Lejos de ser solamente una visión reducida al AMBA, es lo que conduce la actualidad y pronóstico del mapa político nacional.
Si algo está claro, o al menos así lo semeja, es un panorama global donde el primer y hasta excluyente parteaguas consiste en el pro o anti Milei.
Ya no hay ninguna incógnita sobre las cartas que juega el oficialismo.
Son brutales. Reprimen jubilados y fotógrafos. Apelan a la “dolarización endógena” para que las clases medias acomodadas reactiven el consumo, manteniendo la motosierra sobre los más débiles. Les importa tres pitos que el nuevo blanqueo suponga una orgía de fugadores, narcos y operatorias non sanctas. Sus milicias digitales son arrolladoras en la estipulación de agenda. Restringen por decreto el derecho a huelga. Liquidan todas las conquistas de memoria activa. Arrasan organismos culturales que no tenían la más mínima incidencia dineraria. A Pakapaka lo transformaron en un relato en el que Zamba mudó a Dragon Ball. Las universidades públicas están en coma presupuestario.
Y no se vayan que vino lo mejor: como si no alcanzara, se dan el lujo de anunciar la quita de subsidios a unos 15 mil garcas de Puerto Madero a quienes les segmentaron las tarifas energéticas, con la consecuente pregunta de por qué no pudo, supo o quiso hacerlo “el gobierno popular”. Por supuesto, no cabría duda de que es una trampa cazabobos que prepara el terreno para avanzar sobre los “beneficios” estatales para los sectores populares. No importa. Abonaron que está intacta la lucha contra la casta y corrieron por izquierda. Sensacional.
¿Qué relato atractivo se opone a esa aplanadora?
A todo esto, Mauricio Macri plantó bandera blanca frente a la humillación a que lo sometió Milei. Hay quienes especulan, razonablemente, que su capacidad de daño es alta. En consecuencia, esperan alguna venganza calabresa por parte de un especialista en carpetazos serviciales y armados tribunalicios.
Pero el eventual volumen de daño que pudiera ejercer Macri es inversamente proporcional a sus ya nulas posibilidades de construcción. Él también representa lo viejo que no funciona y, de hecho, Pucho Ritondo y Diego Santilli siguen encabezando la asimilación a los libertaristas en provincia de Buenos Aires. Allí, los ex cambiemitas hacen fila para pasarse a las huestes de LLA y, quizás excepto por alguna intendencia o distrito perdido que prefieran cortarse solos, no queda ninguna duda en torno a que irán juntos. Así lo dijo el Presidente en otra propaganda formateada como entrevista, el viernes a la noche, presentando de candidato al metebala José Luis Espert.
Es intolerable que el flanco progre-peronista, frente a ese sólido agrupamiento de ultras y falsos modositos, continúe en el minué de una interna (casi) incomprensible.
Hay versiones para todos los gustos respecto de cómo es probable que eso suceda. Van desde los apetitos personales hasta entramados de otro nivel, que apuntan a negociaciones sobre una futura composición de la Corte Suprema, cálculos sobre dejar la tenida Milei-Cristina como factor principal, y etcéteras. Ninguna pasa el rango de versión y todas pueden ser tan antojadizas como verosímiles.
Lo concreto es que esa interna sólo es capaz de generar un desgaste tal vez irreversible, si es que ya no se produjo. La madre provincial de todas las batallas está a la vuelta de la esquina mientras ese progre-peronismo persiste en semejante desquicio cuando el Gobierno, aun cercado por sus deficiencias estructurales, más prepotente está.
Ya ni siquiera hablamos de que el espacio opositor asiente alguna propuesta atrayente, sino del mínimo acuerdo en condiciones de cotejar contra un adversario poderoso. Uno que, justamente, está haciendo todo lo necesario para llegar a octubre con ínfulas de “estabilidad” ganadora.
Si ni eso es capaz de juntarlos, ajo y agua.
Por Eduardo Aliverti