Los cordobeses probaron una buena cucharada del desprecio de Milei

No le importa nadie, no empatiza porque no registra que existe “el otro”; solo está él, su Excel enredado de números y sus estrafalarias teorías económicas basadas en la también estrafalaria y marginal escuela austríaca.

No le importa nadie, no empatiza porque no registra que existe “el otro”; solo está él, su Excel enredado de números y sus estrafalarias teorías económicas basadas en la también estrafalaria y marginal escuela austríaca.

No hay un mango para nadie, ni siquiera para los jubilados que se mueren de hambre ni para las universidades públicas que están al borde colapsar y cerrar, pero a Milei le sobran dólares para viajar de aquí para allá con su selecta comitiva. Con la tuya y con la mía se hospeda en los mejores hoteles, degusta las mejoras comidas y lleva a cuanto auditorio se ofrezca a aplaudirlo el mismo discurso de siempre, trillado de datos falsos, frases hechas y empastado de sentencias absurdas. De eso sí disfruta nuestro presidente-turista.

Así llegó a una Córdoba prendida fuego el miércoles pasado, directo de Nueva York -tras cholulear con Elon Musk- y empilchado con el disfraz militar elegido para la ocasión, al estilo Bullrich. En medio de un escenario distópico, caracterizado por la desolación, las cenizas y el humo, un puñado de agotados bomberos lo aguardaba bajo el sol. Esperaban un guiño, un gesto, un apretón de mano, una palabra de aliento… pero no hubo nada de nada, solo indiferencia. Los vio al pasar desde un helicóptero, pero no bajó ni a mear y pegó la vuelta a su lugar de confort tras los muros de la Casa Rosada. Ni anuncios, ni ayuda para quienes lo perdieron todo, ni lástima, sí desprecio. A Milei no le importa nadie, no empatiza porque no registra que existe “el otro”; solo está él, su Excel enredado de números y sus estrafalarias teorías económicas basadas en la también estrafalaria y marginal escuela austríaca.

Claro, al grueso de los cordobeses, que incluye a los periodistas militantes del gorilismo- les parece justo sentirse con derecho extra por haber sido Córdoba la provincia más libertaria en el balotaje (lo apoyó el 75% de los votantes); pero Milei les demostró que es impiadoso sin distinciones, por eso quedó tanta desilusión y bronca en estas tierras. Hasta Luis Juez, que cree ser su amigo, sufrió el desaire de los libertarios: luego de la impasibilidad del presidente en su fugaz paso por las sierras quemadas, los senadores de LLA se negaron a acompañar la declaración de emergencia por los incendios en Córdoba, que finalmente aprobó la Cámara alta el jueves. Juez explotó de ira, pero remarcó que hace nueve meses que “pone el pecho por este gobierno”. Sumó una vergüenza más el senador cordobés.

En fin, Milei mira la Argentina que gobierna y cree ver Alemania. Es un ególatra alimentado de ficciones que le acercan sus aduladores a sueldo, sueldos que obviamente pagamos nosotros con nuestro bolsillo mientras él derrocha para sí mismo y pisa la billetera para el resto; entretanto el país se hunde con más del 52% de sus habitantes sumidos en la pobreza. Y vos, que leés esta columna, lo votaste y te querés morir.

Santiago Bibiloni

Fuente: La Nueva Mañana