Los mártires del trabajo – Por Osvaldo Bayer
11/10/2014 OPINIÓNPasó el tiempo, pero la verdad se impuso. La reivindicación. En Cañadón León (hoy Gobernador Gregores, Santa Cruz), han vuelto a ocupar la atención del pueblo los peones fusilados en 1921. Sí, los trabajadores rurales fusilados en 1921 por el Ejército Argentino por orden del presidente Yrigoyen. Se levantó en la ruta que lleva a esa ciudad un cenotafio bajo las palabras definitivas: “Memoria, Verdad y Justicia. A los caídos por la libertad”. Ahí está en plena estancia Bella Vista. Fusilados. Por pedir un poco más de dignidad en el trabajo. Fue un acto pleno. Con representantes de los sectores populares. Al frente, el intendente de la sociedad, Juan Vázquez, un trabajador de la tierra elegido por el pueblo. En el acto dijo las palabras justas. Habló de los peones rurales fusilados en 1921 por pedir tan poco. Mientras nos miraba el suave cielo patagónico, profundamente celeste, con un sol oro que abarcaba todo el paisaje.
Sentí que mi investigación La Patagonia rebelde sobre el fusilamiento de centenares de peones rurales había valido la pena. Pese a las persecuciones dictatoriales y el largo exilio. Ahora ahí estaba la verdad, hecha luz, en el mismo campo donde se encuentra la tumba masiva de esa región, se levanta ahora el dedo acusador que es el monumento a la vista de todo viajero que pase por allí. Como si dijeran: “Aquí estamos, para siempre”, como advertencia. Dignidad para el que trabaja y no balazos oficiales contra ellos.
Murieron mirando el cielo. Centenares de brazos caídos para siempre. Se les dio razón a los patrones, a los dueños de la tierra. Muchos de ellos que no conocieron nunca nuestra Patagonia, pero que eran los dueños de ella y eran los que más indicaban el camino a seguir por políticos y militares. Una tragedia bien argentina. La más grande de nuestra vida obrera.
Memoria, Verdad y Justicia. Viva la Livertá. Como estaba escrito en una tumba. El grito de las peonadas de 1921. “Livertá”, tal vez la mejor forma de escribir esa palabra sagrada que cantamos en nuestro Himno Nacional, junto a la palabra igualdad.
“Ved en trono a la noble igualdad.
¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!”
Libertad e igualdad, palabras cercenadas por Yrigoyen al dictar el bando de fusilamiento en 1921. Tal vez los peones rurales patagónicos soñaban con otra libertad de la que gozaban hasta ese momento, que estaba unida al término “explotación”, y soñaban con la otra “livertá”, aquella que estaba unida al término “dignidad” en el trabajo.
Los fusilamientos de peones rurales están disimulados en los partes militares con la existencia de “tiroteos” en los que siempre morían los delegados de los peones de estancias o los que tenían cargos en las federaciones de peones. Así, en la estancia Bella Vista fue fusilado el Gallego Outerello, delegado de la peonada rural y decenas de otros trabajadores de la tierra.
Me acerco al monumento. Tiene varias placas con textos. Me atrae una de ellas. Me llena de emoción. Se refiere a mi investigación histórica sobre estos hechos. No puedo menos de reproducirla porque siento que valió la pena sufrir tanta persecución por dejar en claro este hecho indigno de la democracia argentina. Leo: “Los caídos por la libertad de las huelgas obreras de 1921 están presentes entre nosotros. No han podido los silencios, ni las amenazas, ni los miedos borrarlos de nuestra memoria, corazón y vida. La tierra que los recibió en su seno materno, los cobijó del olvido, la indiferencia y el desprecio. Hasta que llegó un ser de luz para ahuyentar las sombras y la oscuridad que domina el mundo, con su vela encendida. Lo mismo que los caídos en su última noche, don Osvaldo Bayer supo de ellos y los buscó. Cruzando meses, años y tiempos muy difíciles, pero sin claudicar hasta tomar sus verdades, razones, historias, tratos y necesidades. Los derechos humanos los reclaman, ahora que están, porque ellos estuvieron antes y no los tuvieron. Peones de Cañadón León estamos presentes y no los hemos olvidado. Municipalidad de Gobernador Gregores, 3 de octubre de 2014.”
Me emocionó leer este escrito trabajado en piedra. Valió la pena investigar este crimen oficial tan perverso: fusilar peones que reclamaban sus derechos. Me costó ocho años de exilio y ahora esto, el reconocimiento que queda grabado en piedra junto al monumento.
En otra placa se muestra la foto de la cruz de una tumba masiva con la leyenda que ya mencionamos: “A los caídos por la livertá”. Esta placa señala: “La comunidad de Gobernador Gregores rinde homenaje a los mártires caídos en la huelga de 1921”.
En otra placa se señalan en un mapa de Santa Cruz los lugares donde el Ejército realizó fusilamientos y figuran las demás tumbas masivas. Y finaliza con esta frase: “A 93 años de la masacre: Memoria, Verdad y Justicia para los huelguistas de la Patagonia. Nunca más terrorismo de Estado”. Esta placa tiene el título de: “Aquí, el Estado Nacional fusiló a centenares de obreros rurales en 1921”.
Ni el Ejército ni el partido radical hicieron nunca la autocrítica por estos fusilamientos de una crueldad indescriptible. A los peones rurales se les hicieron cavar sus tumbas antes de ser fusilados. Más todavía, el general Elbio Anaya –que intervino en los citados fusilamientos como capitán, segundo del jefe de la represión, teniente coronel Varela– se sintió siempre orgulloso de la matanza realizada. Tan es así que durante la última dictadura se trasladó a Azul, en la provincia de Buenos Aires, y se presentó en el cuartel del 10 de Caballería –el que hizo los fusilamientos patagónicos– y en una verdadera fiesta entregó el sable del teniente coronel Varela, con todo orgullo, por la acción realizada. El diario El Tiempo, de Azul, festejó la donación y finaliza la crónica con esta frase que lo dice todo: “Las Fuerzas Armadas, como demuestran los últimos treinta años de nuestra historia, se han constituido en un factor de estabilizacion de las crisis generadas por los diversos gobiernos”. Resumen: los fusilamientos de peones rurales y luego la desaparición de personas, factores de estabilización.
Está todo dicho, pero finalmente triunfó la verdad. Los peones rurales patagónicos lucharon por sus derechos y fueron fusilados. Pero por eso mismo pasaron a la Historia. Quedan sus monumentos en la Patagonia. La ética triunfa finalmente. Otra vez más la Historia lo ha demostrado.