Los mejores lugares para hacer avistaje de cóndores

La Rioja y Córdoba son lugares que permiten acercarse un poco al rey del aire y ver sus alas desplegarse.

La Rioja y Córdoba son lugares que permiten acercarse un poco al rey del aire y ver sus alas desplegarse.

Es el ave más grande del mundo y una de las más longevas. Capaz de volar sin gran esfuerzo 300 kilómetros en un solo día aprovechando las corrientes de aire, es considerado un patrimonio cultural y natural de Sudamérica. Animal sagrado para los pueblos andinos, quienes lo consideraban un nexo con el mundo espiritual y el cosmos, el cóndor genera fascinación e interés desde hace varios siglos. El auge de la conciencia ambiental de los últimos tiempos ayudó a poner en valor a “los abuelos del aire” y reconocer la importancia de su existencia y persistencia.

Por ejemplo, desde Fundación Bioandina Argentina promueven, desde su creación en el 2000, la protección de la vida silvestre y el ambiente de las especies y ecosistemas de la Región Andina por lo que para ellos el cóndor es parte de su trabajo diario en gestión, investigación y educación. El resultado supera los 460 cóndores rescatados, 263 reinsertados en sus hábitats y 69 liberados –previa incubación en cautivero– en Sierra Pailemán, Río Negro. “Allí se liberan los especímenes sin experiencia de vuelo porque es un lugar habitable para ellos y en el que está demostrada la extinción de la especie”, cuenta Rayen Estrada Pacheco, una bióloga que trabaja hace más de 15 años en Bioandina.

En la actualidad Estrada Pacheco está asentada en Jujuy y desde allí centraliza los censos, una estrategia en conjunto con áreas protegidas, que pretende tener un estado de situación de los cóndores en todo el país ya que se estima que hay presencia de la especie en 14 provincias (a lo largo de la cordillera de los Andes y en la zona central). Para toda Sudamérica se calcula que hay 6700 individuos adultos vivos. Pero ¿cuál es la profunda atracción que provocan estas aves y qué tienen para enseñarnos? Lo sagrado no tiene explicación, pero los datos pueden ayudar a entender. El cóndor es el ave que vuela más alto: hasta los diez mil metros. Tiene una visión mucho más poderosa que el ser humano y es la que conecta la tierra con el cielo. Es un ave carroñera, no caza, no tiene garras, es un buitre. Es la que “limpia” la tierra de las posibles pestes que pudieran tener los cuerpos muertos. Por eso la consideran el “transformador de la muerte”. Desde un punto de vista occidental, el cóndor es el encargado de llevar las almas al cielo: ayuda a entender la cuestión de la muerte y a transformar nuestra mirada sobre ella. Sin dudas, poderoso.

Balcones naturales
Conscientes de todo esto, Hernán “Pacha” Pepe, fotógrafo, y Rocío Macé, psicóloga, organizan desde hace 12 años un retiro vinculado al conocimiento personal a través de la naturaleza y el cóndor. Son cuatro días y tres noches en la Posta Los Cóndores, una posada de montaña en Sierra de los Quinteros, La Rioja, que hace de base. “Tratamos de conectar con la naturaleza en un lugar donde no hay señal de teléfono y formás parte de un grupo con gente que no conocés”, cuenta Pepe que, aunque es de la ciudad, comenzó su vínculo con la montaña a los 15 años.

La posada, cerca de los miradores, está a 1500 metros de altura y como la zona tiene un microclima especial las caminatas son aptas para todo público. Si bien son varias horas (hasta tres) no es difícil técnicamente.

“El cóndor vuela por arriba de la montaña y puede ver la parte iluminada por el sol y la que está en sombra. Todo lo ve y entender eso puede ayudarnos a ir un poco más allá de esta dualidad típica de nuestra cultura”, explica Macé, que enriqueció su formación con constelaciones familiares, la psicogenealogía y la ecopsicología, busca honrar a los pueblos originarios entendiendo la espiritualidad como la preservación de lo sagrado: todo aquello que merece ser cuidado. Agrega: “Nuestra idea es tratar de acercar lo sagrado a lo cotidiano. Pero sin impartir conocimientos. Queremos que cada uno realice su propia interpretación, sin tanta palabra. Es más grupal la forma de relacionarnos”.

El emprendimiento ecológico, turístico y rural Quebrada del Cóndor es una posta ubicada 180 kilómetros al sur de la capital riojana y a 1200 de distancia de Buenos Aires que ofrece servicios turísticos desde 2002. Con más de 200 años de antigüedad, es una estancia de familia que aún conserva su estructura original: cuenta con habitaciones rústicas y un restaurante que ofrece todo tipo de comidas, incluso regionales, elaboradas en su mayoría con productos propios.

Más allá de participar del retiro, ofrecen estadías estandard con actividades como la excursión al Balcón de los Cóndores: una caminata, o también está la opción de cabalgata, de aproximadamente dos horas de ida y otras dos horas de vuelta (unos 12 kilómetros en total) hasta el mirador en el que se puede observar a solo centímetros el vuelo del cóndor.

En las Sierras Grandes
Otra opción para ver de cerca a los cóndores es el Parque Nacional Quebrada del Condorito, ubicado al oeste de la provincia de Córdoba, en el centro de las Sierras Grandes, a solo 50 kilómetros de Villa Carlos Paz y 60 de Mina Clavero. El plus que tiene es que el sendero pedestre a la quebrada es de tránsito sencillo y breve, apto para todo público y superaccesible. Otra ventaja es la gran variedad ambiental del área: con 36 especies de mamíferos, como el zorro colorado de Achala, el puma como predador tope y varias especies de felinos, murciélagos y roedores presentes en sus amplios pastizales.

Además de 21 especies de reptiles y 176 de aves, entre las que se destacan el cóndor andino quien atrae la atención de los visitantes sobre la quebrada que da nombre al parque nacional ya que allí instala su nido y aprovecha las corrientes térmicas de aire que se generan entre los paredones rocosos para remontar vuelo. Una condición que también es aprovechada para enseñar a los ejemplares más jóvenes las técnicas del vuelo planeado. Un espectáculo alucinante.

Para Estrada Pacheco “está buenísimo que la gente pueda disfrutar de los cóndores siempre y cuando haya respeto. Hay recomendaciones: no intentar darles de comer y evitar las escaladas a donde los cóndores duermen –las condoreras– porque son lugares muy vulnerables y si se sienten perturbados pueden irse”.

Fuente: Sin Mordaza