Tu marcha no será televisada
Por sencilla, la pregunta no es menos profunda, “¿qué es noticia en los noticieros de la televisión abierta de la Ciudad de Buenos Aires?”.
23/06/2016 OPINIÓNPor sencilla, la pregunta no es menos profunda, “¿qué es noticia en los noticieros de la televisión abierta de la Ciudad de Buenos Aires?”. Esa fue la base de indagación, en la Defensoría del Público, sobre un corpus de 13.029 noticias emitidas por los canales América, Canal 9, Canal 13, Telefé y la TV Pública en seis semanas de 2013; de 14.528 en el mismo período en 2014 y de 14.375 durante el año pasado.
Bucear en ese caudal noticioso permitió observar que la privatización de los criterios de noticiabilidad y las jerarquizaciones periodísticas en escenarios de comunicación concentrada, como los que vivimos en la Argentina, determinan que el robo a una propiedad privada de zonas opulentas tiene cientos de posibilidades más de llegar a convertirse en noticia y ocupar un promedio de 3´04´´ de duración, en cualquier noticiero porteño, de cualquier horario, que un descubrimiento científico argentino aplaudido por el mundo entero.
De hecho, mientras que el tópico “policiales e inseguridad” ocupa casi un tercio de la duración de los noticieros, la “ciencia y la tecnología” araña el 2 por ciento. En las lógicas de producción mercantilistas, clasistas y machistas de la transformación de un hecho en noticia, la “inseguridad” no es construida por la falta de acceso a los derechos humanos o la violencia institucional -aunque probablemente que el propio Estado vulnere derechos en lugar de salvaguardarlos sea de los hechos más inseguros-, sino el robo o asesinato callejeros.
Y se hace en nombre de “lo que la gente pide”, “lo que la gente quiere ver” o “lo que garpa”. Sin embargo, desde la perspectiva de las audiencias que se expresaron ante la Defensoría, resulta vital recibir información sobre los temas que, en líneas generales, cualquier estudiante de periodismo de primer año jerarquizaría en un noticiero (como docente hice múltiples veces el ejercicio, siempre con el mismo resultado).
De las 393 personas encuestadas en el país por la Defensoría durante 2015, el 68 por ciento quisiera recibir más información sobre “Educación y Ciencia” (en lo monitoreado ese año, ambos tópicos no alcanzaron el 3 por ciento de la realidad televisada); el 67 por ciento, sobre Derechos Humanos (en 2015 esas noticias no llegaron al uno por ciento, ni en cantidad ni en tiempo dedicado). El 61 por ciento de quienes fueron encuestados reclama más información sobre “Niñez y adolescencia”, el 56 por ciento sobre “Géneros y diversidad sexual”, el 55 sobre “Mi ciudad, mi localidad” y el 53 sobre “Salud y discapacidad”. A casi ninguno se los dan. Estos tópicos no llegaron al 4 por ciento de las noticias y ninguno alcanzó ni el 5 por ciento del tiempo.
El divorcio entre el caos que se construye a diario, que refleja una sociedad inviable en la que tiene más relevancia un robo que una noticia sobre derechos humanos, y los reclamos de las audiencias que piden más información socialmente relevante para tomar decisiones y se muestran incómodas con el abordaje estereotipado, discriminatorio, carente de multiplicidad de perspectivas e hípersexualizado que desborda las pantallas, es innegable.
La censura empresaria a la que se refirió Owen Fiss se hace notoria cuando se comprueba que todos los días se silencian las problemáticas, necesidades, reclamos y miradas de los grupos históricamente vulnerados. Las luchas populares por salario justo, paritarias, despidos, acceso igualitario a la educación, distribución equitativa de los ingresos, salud y educación públicas son ocultadas a diario.
Podría decirse que “si sos estudiante o docente universitario/a y participaste de la marcha histórica, multitudinaria, del 12 de mayo pasado, tu marcha no fue televisada”. Si fueras Hello Kitty viajando al espacio, tendrías más oportunidades: no es una licencia narrativa: el 5 de febrero de 2013 esa noticia ocupó 1´13´´, apenas unos segundos más que “Dos tortugas no se enamoraron con la música de Richard Clayderman, que ganó 1´10´´ en un noticiero central.
Un relevamiento hecho por la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo de la Defensoría del Público comprobó que mientras el promedio de las noticias en 2015 fue de 2´16´´ (muy por debajo de las policiales que, recordemos, trepan al 3´04´´), en la mayoría de los casos, la información brindada sobre la marcha universitaria del 12 de mayo pasado o no fue noticia, como ocurrió en América Noticias 2da Edición; o estuvo muy por debajo del promedio de duración: en Telenueve Central duró apenas 36 segundos, en Telenueve al Cierre 1´20´´; en Telenoche 1 minuto, aunque no rankeó en los títulos, luego le dedicaron otro 1´30´´. Y el noticiero de la TV Pública Central, aun con la obligación de “asegurar la información y la comunicación con una adecuada cobertura de los temas de interés nacional” y “respetar el pluralismo social, político y cultural” (art. 121 y 122 de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) le brindó escasos 2 minutos.
De manera honrosa y excepcional, Telefé Noticias 2da Edición jerarquizó la información en los títulos durante más de 1´40´´ con un móvil y en el tercer bloque del noticiero desarrolló un informe de 7´35´´, con diversas fuentes y entrevistas.
Cuando se pretende dejar atrás un paradigma comunicacional en la perspectiva de los derechos humanos, para reemplazarlo por uno mercantilista, que habilita mayores posibilidades de concentración comunicacional, tanto económica como simbólica; resulta imperioso volver a preguntarse “¿qué es noticia?” o “¿qué debería ser noticia en un servicio de comunicación audiovisual, de interés público, donde debe exteriorizarse el derecho humano a la comunicación?”.
La decisión de quebrar el verticalismo enunciado como excusa por quienes producen sentido mediático a cada segundo y dejar de someter la información a la mercancía del minuto a minuto, habilitando apagones informativos inéditos, requiere de nuevos vínculos con las audiencias, apertura en la participación de la construcción de las agendas, mayor responsabilidad social y políticas públicas que impulsen el fortalecimiento de todos los sectores de la comunicación: escolares, universitarios, comunitarios, alternativos, populares, de pueblos originarios y comunidades campesinas, y no medidas gubernamentales que promueven un darwinismo mediático, en el que sólo sobreviven los que creen que la comunicación es un negocio, y no un derecho humano, y en nombre de los dueños de todas las cosas, nos dicen a diario: “tu marcha no será televisada”
Por Cynthia Ottaviano *
* Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual.