Milei y la inundación
Tal vez el enfrentamiento más importante de Javier Milei con la realidad de Argentina ya esté sucediendo. El clima, con sus imprevistos, demuestra dolorosamente las imprevisiones de los gobiernos.
10/03/2025 OPINIÓNTal vez el enfrentamiento más importante de Javier Milei con la realidad de Argentina ya esté sucediendo. El clima, con sus imprevistos, demuestra dolorosamente las imprevisiones de los gobiernos.
Milei es el presidente. Le toca actuar. Una imagen televisiva de enfermeras desalojando una Sala de Neonatología no tiene excusas. No es el clima y una tormenta, es el porqué de esa sala construida donde, si algo extraño sucedía, se inundaría. Sucedió.
Vivir en plena zona de problemas con el río de llanura más importante, el Paraná, sirve para memorias y reflejos. El Paraná siempre desborda y las barrancas siempre se caen.
Vivir al borde del río obliga a entender: la culpa es de «La Naturaleza»… y de los gobiernos. Muy poco de las personas. Acusar a la naturaleza es de manual, pero siempre es tramposo ese argumento.
Tenemos la zona de emprendimientos en Gran Rosario. Cada quien hace su barrera de contención y el agua, que siempre escurrirá, siempre buscará su nivel, el río, el mar. Esos terraplenes autónomos se suman a los de la autopista y los de la ruta, los del tren y el escurrimiento hacia el Ludueña. Cualquier agua sobrante hará eso; buscar su nivel.
Lo de la ciudad de Zárate no tiene explicación en la naturaleza. No solamente. Lo del sur de provincia de Buenos Aires. En estas horas Tucumán aporta su tragedia.
En todo hay una suma en la que el componente del hombre, el factor humano, es central. Trágicamente central. Milei tiene un penal sin arquero. Gobiernos que no hicieron obras; que no hicieron obras y se gastaron los dineros de los presupuestos. Por diez, por veinte, por treinta años.
No se puede decir que hay algo de culpa en «El Marginal» (como lo califica Lilita Carrió, la walkiria que salva Argentina cada cuatro años desde 1994).
Milei se puede parar encima de un tractor, o de un Unimog, y decir: «Yo no fui». Será cierto. No tendrá el escape mundial del cambio climático pero no lo precisa porque es cierto: él no fue. Ni los desniveles en el Gran Rosario, ni los terrenos inundables en Zárate, ni nada. Estaba fuera del radar.
Con el sistema pensado, nada es casual en los MdeC. Con el sistema de la «monoticia» central poniendo el eje en Bahía Blanca (¿Qué pasará con Quequén?), ya que así desarrollan el trabajo de saturación sin problemas, el ataque es a Axel Kicillof y a los ministros con pasado que están en este gobierno nacional -que, se insiste, con Milei está libre de culpa-, parece un problema que no tiene escape.
Función del Estado. Caerá en Javier, somos parte de un país híper presidencialista.
Para Milei el tema se vuelve contradictorio. Según uno de sus apóstoles, Jonny Viale, con Milei está el Bien y enfrente está el Mal. Casi aquello de las tablas mosaicas. El Estado se dedica al Mal y la Empresa al Bien. Es parte de su discurso original.
Bueno, ahora qué… ¿La Empresa reconstruirá aquello que la imprevisión y una naturaleza que hace lo que quiere pusieron en este punto trágico? ¿Recurriremos al Estado?
El punto al que hacíamos referencia, el de la realidad inatajable, trajo en este marzo una confrontación entre el Estado, la Tragedia y la Asistencia… del Estado, para con las víctimas que difícil, muy difícil, crean en la Empresa como su salvador, el de los primeros auxilios y la Justicia Social tan desequilibrada en esos casos.
Esos mismos MdeC han decidido que será útil la solidaridad de todos pero espontánea, libremente. Así aparecen lugares para dejar comida y víveres. Parecería que o le piden al Estado que cumpla con su obligación, que no confían en el Estado y sí en el espontaneísmo solidario.
Me paro en esta contradicción que es difícil de esquivar, que es imposible no ver y trabajar en ella. No es la Empresa, es el Estado, «la Nación jurídicamente organizada», la que debe resolver lo sucedido.
Ayudar, organizar, reformular, poner en un mínimo punto cero aquello que está tan caído. Puede Javier, cómo no, indicar que hay culpas municipales. Será cierto. Puede acusar a gobiernos provinciales y, mas allá de las coyunturas políticas será cierto.
Donde el tema se pone en un sitio de «hable ahora o calle para siempre» es en la tarea, la actitud del gobierno nacional.
Y el Gobierno Nacional es Milei. Está claro que los miembros de la Corte Suprema y su modo de constituirse es un eje de la realidad argentina y , que en esa constitución y la memoria de lo que está sin resolverse en cuestiones jurídicas hay un nexo, tan oscuro como inequívoco, entre la casta y la neo casta, la que se genera y se recicla alrededor de Javier.
La motosierra, que -tal como se ha dicho- no es democrática y tiene un valor simbólico muy potente para este gobierno de «uno más una» y oscuros arrabales de los algoritmos y las redes, carece de potencia humana para participar en la salida de una tragedia.
No es un símbolo del Bien (aunque piense diferente Jonny Viale). No es posible relacionar los tramos del arreglo, no arreglo, del FMI y Argentina con la tragedia de los sitios inundados, perdidos en la tragedia porque el pasado los condenó.
Ya no es posible aceptar que es una colecta en cadena de televisión la que resuelva esto. Eso es la presencia del Estado. Creemos que está bien, creo que está bien que crezca lo dicho: el «espontaneísmo»; pero no es casual que los MdeC trabajen auspiciando estas colectas espontáneas y no interpelen al Estado sobre qué hace, qué hará, qué plan tiene.
Parece, visiblemente, una de estas dos cosas: A) Una orden a los ensobrados; manéjense con la solidaridad individual y amplíen ése frente noticioso; B) Una decisión empresarial, la de quitarle responsabilidad al Estado porque sería demostrar que sirve para algo.
Hay una certeza: no hay Empresa que pueda solucionar las tragedias colectivas, solo la Nación jurídicamente organizada. Pese a Javier. Con Milei, obviamente. Hoy, él es el Estado.
Raúl Emilio Acosta