Miramar, el mediterráneo cordobés

Naturaleza, actividades recreativas y leyendas fascinan a los viajeros que recorren los territorios del antiguo Mar de Ansenuza, en el noreste de la provincia.

Naturaleza, actividades recreativas y leyendas fascinan a los viajeros que recorren los territorios del antiguo Mar de Ansenuza, en el noreste de la provincia.

Cuentan que Miramar atrajo a visitantes desde épocas remotas, cuando los habitantes de los pueblos originarios acudían al lugar por las propiedades terapéuticas de sus aguas. En los comienzos del siglo XX, los inmigrantes centroeuropeos vieron en ese mar, minúsculo y bello, un lugar apropiado para el descanso y el uso “mágico” de los baños. Luego, la repercusión de las bondades de esos sitios naturales convocó al turismo, hasta conformarse un gran polo hotelero conocido más allá de nuestras fronteras (por el Gran Hotel Viena, principalmente).

Si bien su apogeo fue decayendo tras las sucesivas inundaciones -que se llevaron los establecimientos más emblemáticos y, con ellos, los sueños de sus habitantes-, a partir de la década de 1990 la zona empezó a recuperarse y hoy muestra nuevos esplendores.

Dentro de la Reserva Laguna Mar Chiquita y Bañados del Río Dulce, Miramar es el sitio turístico más importante, con una superficie de 1.060.000 hectáreas. Una costanera flamante lo atraviesa de punta a punta y sigue el ondular de las aguas, que llegan en rompiente de pequeñas olas hacia playitas céntricas con sombrillas de paja. Bares, parrillas, carritos y negocios acompañan a esa avenida que desemboca en el náutico, donde los veleros van y vienen por un circuito boyado (especial para los navegantes más pequeños) y las embarcaciones de pasajeros invitan a recorridos de aventura.

Caminatas urbanas para contemplar la puesta del sol y la salida de la luna, trekking por senderos naturales, kayak, windsurf, sesiones de fangoterapia, masajes, museos, recitales al aire libre y casinos son algunas de las posibilidades que ofrece la zona.

Visiones rosadas

Pero si hay un atractivo convocante de la región, sobre todo para compartir en familia, ese es el avistaje de fauna. Al respecto, el biólogo Walter Cejas, un guía avezado, explica que en 2002 Mar Chiquita recibió la designación como Sitio Ramsar, por parte de la Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional.

Y es que el área cuenta con una gran diversidad natural: peces, anfibios, reptiles, mamíferos y, sobre todo, aves acuáticas, chorlos y playeros. “Los flamencos son especies muy emblemáticas de los ambientes acuáticos y un importante recurso turístico de Mar Chiquita y sus bañados”, detalla Cejas.

En este sentido, la Sede de la Reserva Natural es un sitio de interpretación de todo el ecosistema de Mar Chiquita. Se recomienda acudir allí en primer lugar, ya que es el espacio ideal para introducirse a la avifauna. El Paseo de las Aves y el Mirador Zona de los Indios son, también, destacados puntos para la observación de aves playeras.

Fuente: La Voz