Monotributo Social: un modelo que no derrama

Aumentó 40 por ciento. Pero lo que parece una buena noticia, no lo es. La mayoría son jóvenes y mujeres de sectores populares. Tres historias para entender trabajos, ingresos y por qué muchos se han registrado.

Aumentó 40 por ciento. Pero lo que parece una buena noticia, no lo es. La mayoría son jóvenes y mujeres de sectores populares. Tres historias para entender trabajos, ingresos y por qué muchos se han registrado.

El monotributo social fue la modalidad de registración que más aumentó porcentualmente en 2022, un 40 por ciento. El dato, puesto en su contexto, es una mala noticia: sucedió mientras la economía crecía -con una fuerte recuperación de 10 puntos en 2021 y de 5,9 puntos en 2022- y el desempleo bajaba a niveles mínimos. Se suponía que lo que debía aumentar era el empleo de calidad, con buenos salarios. Pero por otra parte, el dato refleja una tendencia de los trabajadores de la economía popular a registrarse. En esta nota se cuentan algunos de sus casos, para entender los trabajos que realizan, cómo construyen sus ingresos y por qué se registran.

Como adelanto, podemos decir que mayoritariamente, se trata de mujeres y jóvenes de los sectores populares, que son quienes más dificultades tienen para ingresar al empleo privado y que en la economía popular encuentran la forma de ganarse la vida.

Que parte de quienes se inscriben cobran un plan Potenciar, pero no todos. De hecho, en el 2022, mientras aumentaba la registración de monotributistas sociales, la cantidad de planes no varió sustancialmente.

Que hay tres motivos por los que se están inscribiendo en el monotributo social: poder emitir facturas -en algunos casos para empleadores ocultos-, tener una obra social y contar con aportes jubilatorios.

Jóvenes
Federico cuenta su caso en la cola de un operativo de inscripción realizado el viernes en la Ciudad de Buenos Aires. Estamos en el local de un movimiento -Somos Barrios de Pie- donde el ministerio de Desarrollo Social y militantes ayudan a anotarse a los que van llegando.

El trámite para inscribirse se realiza habitualmente de manera virtual, por la página de Anses -esa es la vía de inscripción más importante-; pero en estos días la página tiene inconvenientes. El link para inscribirse no está funcionando, y eso motivó que se estén realizando operativos presenciales.

El entrevistado tiene 24 años y es profesor de taekwondo. Trabaja en el programa Adolescencia, del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad, que da contención a través del deporte y las actividades artísticas a chicos de entre 13 y 18 años de hogares vulnerables. Federico , además, tiene una segunda fuente de ingresos: da clases en un club.

Vive así de dos trabajos de pago mensualizado, aunque sin relación de dependencia. En uno de ellos el empleador es el Estado. Como complemento de este último trabajo percibe un plan Potenciar.

Se anota en el monotributo social “para poder cobrar”, porque en el Programa Adolescencia le piden que emita una factura. El año pasado tenía un monotributo común; este año, mejor asesorado, decidió sacar el social para ahorrarse unos pesos.

Es un ahorro significativo en un momento en que, cuenta, “estoy muy al límite, porque pagar el alquiler se lleva casi todo lo que gano. Y eso que vivo con mi mamá y nos repartimos los gastos”.

Un dato a mirar es que su trabajo principal no fue creado por el mercado, sino por una construcción social: la demanda de políticas sociales.

Federico se formó dentro del mismo programa en el que hoy trabaja. “A los 14 años empecé como alumno de taekwondo y fui subiendo de categoría hasta llegar al cinturón negro. Después, mis profesores me ayudaron a entrar en el trabajo”.  Sin dudas, es un caso en el que un programa de acompañamiento a adolescentes funcionó como un círculo virtuoso. Pero las condiciones laborales de este joven que se formó y trabaja son, en contraposición, precarias y mal pagas.

Los que se reinventaron 
María Sol es referente del local donde tiene lugar el operativo de inscripción. “Que haya tanto monotributista es producto de la informalidad laboral “,define, taxativa.

La trayectoria laboral de su propia familia sirve para ilustrarlo: en un tiempo, Maria Sol trabajó en el negocio de su madre, diseñadora de ropa. Tenían dos locales a la calle, hasta que las dificultades económicas las obligaron a bajar la persiana, hace ya diez años. Fue un momento durísimo, recuerda, porque estaba embarazada del menor de sus chicos y porque casi al mismo tiempo, su pareja también se quedó sin trabajo.

Ella, que colaboraba en una olla popular vinculada a la iglesia, se fue volcando a la militancia, donde hoy realiza tareas sociocomunitarias: es la responsable del área que se ocupa de personas en situación de calle. Él, tras perder su empleo en una gestoría automotor, también debió reinventarse. En el movimiento social aprendió albañilería y ahora trabaja en obras de refacción de clubes de barrio. Apuntemos que se trata de trabajos que no fueron creados por el mercado, sino por impulso de la organización en los movimientos sociales.

“Muchos compañeros que entraron a Somos Barrios de Pie siendo muy jóvenes acá se formaron en oficios. Por ejemplo, tenemos un profesor que enseña a trabajar el cuero: los compañeros se capacitan, hacen cinturones y otros productos y hoy venden en ferias. Mi pareja, que aprendió albañilería hoy está en la refacción en clubes y hace además changas. Acá nos capacitamos, nos profesionalizamos y salimos a trabajar otra vez. Pero todos tenemos dos o tres trabajos, porque hoy en día con uno solo no alcanza”.

Una escalera en construcción  
En la subsecretaría de Economía Social, Pablo Chena explica que el monotributo social “es el primer escalón para la formalización de los trabajadores de la economía informal».

¿Se usa para mejorar o para precarizar? Chena responde: «Como toda escalera, se puede usar para subir, como lo hacemos en la economía popular, como para bajar, si un empleador precariza en lugar de efectivizar a su empleado. Por eso el instrumento debe ser acompañado de procesos de control adecuados, vìa ministerio de Desarrollo Social, Afip, Anses, para evitar irregularidades. Pero el instrumento no es malo: la escalera se construye para subir en la formalización, es un instrumento que busca sacar de la informalidad a una parte de la población a un costo bajo».

Chena aclara que aunque la registración en la economía popular subió, “el nivel de formalizacion es todavía extremadamente bajo en relación al universo a abordar”.  Está convencido de que se inscribirían muchos trabajadores más si se contara con un monotributo productivo. La creación de esta categoría llegó a ser redactada, pero nunca logró dentro del gobierno el apoyo necesario para concretarse.

«Un monotributo productivo tendría la ventaja, con respecto al monotributo social, de que permitiría a las personas facturar más y por un tiempo sería gratuito. Por eso creemos que es un instrumento más potente para formalizar la Economía Popular que el monotributo social. Ambos deben existir. Algunos irán al monotributo social, y otros que ni siquiera pueden pagar eso, o que necesitan facturar más se formalizarían en el monotributo productivo».

Los instrumentos de formalización tienen que reflejar lo heterogéneo de las actividades que hoy se realizan, y lo cierto es que hoy contamos con herramientas limitadas. Necesitamos mejores instrumentos para convocar a los 9 millones de trabajadores que hoy están en la informalidad, para ir proponiéndoles una formalización con mecanismos que contemple situaciones heterogéneas, adaptados a las condiciones materiales, laborales, productivas y a las prácticas que hoy se desarrollan en esos sectores”.

El costo 
¿Cuánto paga un monotributista social? En febrero, la cuota fue de 1.530 pesos, que corresponde al 50% del valor de la obra social.

El Estado nacional cubre su costo a una parte de los titulares de un Potenciar, pero no a todos. En este momento menos de la mitad de las personas que tienen un plan (el 44,5%) acceden al monotributo subsidiado.

Inscribirse da la posibilidad de anotar en la obra social a los hijos, el cónyuge o la pareja conviviente, siempre que estén vinculados en la página de Anses, con la presentación de un certificado de matrimonio o de convivencia.

Un caso final, tal vez el más representativo de la economía popular, el de las mujeres que trabajan en comedores y merenderos: Sabina trabaja en uno de ellos; baja la mercadería enviada por el gobierno, ordena el comedor, reparte las viandas y bolsas a quienes se acercan por ayuda alimentaria. Ya pasó los cincuenta y vive con un hijo.

Sabina tiene otros dos trabajos, ya que limpia casas y los fines de semana cuida personas. Pero carecía de obra social y de aportes previsionales. Se inscribió en el monotributo social por estas dos razones. “Con los aportes voy a poder jubilarme”, dice ante la consulta. Se anotó ella, que tiene un Potenciar, pero además vino a averiguar si podría inscribirse su hijo,  que se dedica a la venta de auriculares y parlantes en ferias, así como desde su casa, por internet.

Fuente: Página 12