No es por acá
La Argentina necesitará por lo menos cuatro años para bajar la pobreza. Además deberá producir un cambio radical frente a las políticas que implementa el gobierno de Macri, alerta la Cepal.
16/01/2019 El PaísLa Argentina necesitará por lo menos cuatro años para bajar la pobreza. Además deberá producir un cambio radical frente a las políticas que implementa el gobierno de Macri, alerta la Cepal.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal) no cree que el gobierno de Mauricio Macri pueda cumplir la promesa de “pobreza cero” antes de la finalización de su primer mandato. El organismo regional estimó que Argentina recién podría lograr una mejora significativa en sus indicadores dentro de cuatro años. El Panorama Social de América Latina 2018 del organismo sostiene que para reducir los niveles de pobreza a la mitad en 2023 será necesario impulsar “políticas redistributivas en materia de ingresos”, “avanzar en la promoción de empleos de calidad” y “fortalecer las políticas públicas de protección social”. La orientación macroeconómica sugerida se contrapone con el programa de austeridad diseñado e implementado por las autoridades argentinas para acceder al financiamiento del FMI. Como las proyecciones fueron elaboradas con los datos de finales de 2017, no contemplaron el deterioro socioeconómico asociado a la crisis cambiaria, la aceleración inflacionaria, la destrucción de empleo y el ajuste recesivo.
La Cepal estimó que el número de personas pobres en la región llegó a 184 millones, una cifra equivalente al 30,2 por ciento de la población latinoamericana. El número de personas en situación de pobreza extrema (menos de 1,9 dólar por día) se situó en 62 millones, que representa el 10,2 por ciento de la población. Los resultados presentados ayer por el organismo muestran un estancamiento en la evolución de la pobreza y un deterioro en la situación de la pobreza extrema. “Aun cuando la región logró importantes avances entre la década pasada y mediados de la presente, desde 2015 se han registrado retrocesos, particularmente en materia de pobreza extrema”, alertó la secretaria ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena, al sugerir la implementación de políticas públicas complementarias de protección social e inclusión laboral y redistributivas en materia de ingreso.
Como la evolución de la pobreza monetaria está directamente relacionada con la forma en que los ingresos de los hogares crecen y se distribuyen, la Cepal proyectó cómo evolucionaría la pobreza en distintos escenarios de crecimiento del ingreso y cambio distributivo. De acuerdo a ese ejercicio, si las trayectorias de ambas variables fueran similares al promedio observado entre 2008 y 2017, un conjunto de 10 países podrían reducir la pobreza extrema hasta el 3 por ciento y 11 países podrían bajar la pobreza a la mitad a 2030. Bajo los supuestos de la Cepal, que no contemplan el impacto regresivo del programa de ajuste implementado por Argentina desde mediados del año pasado, el país alcanzaría ambos resultados en 2023.
Las cifras oficiales permiten anticipar que el recorrido será más extenso. Las políticas económicas elegidas por el gobierno para intentar controlar la crisis ponen el duda el cumplimiento de esos objetivos incluso en 2030. La última medición del Indec arrojó que el 27,3 por ciento de la población percibía ingresos por debajo de la línea de pobreza durante el primer semestre de 2018, lo cual representó una suba de 1,6 punto porcentual frente al segundo semestre de 2017. La aceleración de la inflación y la ausencia de instrumentos que permitan recomponer el poder de compra de los sectores más vulnerables –trabajadores informalizados y los jubilados– permiten anticipar un deterioro en la medición oficial. Con menos rezago temporal, la medición de pobreza del Observatorio de la Deuda Social de la UCA alcanzó al 33,6 por ciento de la población urbana durante el tercer trimestre del año pasado. Con un salto de 5,4 puntos en doce meses alcanzó su valor más elevado desde 2010. Una investigación de Unicef, por su parte, estima que el 48 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en la Argentina son pobres desde una perspectiva multidimensional. Esa mirada no tiene en cuenta las cuestiones de acceso a determinada canasta de bienes (pobreza monetaria) sino que evalúa las carencias educativas, de protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura y hábitat seguro. El acceso al agua junto a los problemas de hábitat explican la mayor parte de las carencias no monetarias.