Precios vs. salarios: la madre de las batallas

La economía crece y baja el desempleo, pero la distribución regresiva amenaza la continuidad de este proceso. El análisis de los economistas

La economía crece y baja el desempleo, pero la distribución regresiva amenaza la continuidad de este proceso. El análisis de los economistas

La economía volvió al crecimiento en 2021, después de tres años de recesión. De acuerdo a los pronósticos del propio Fondo Monetario, en 2022 rompería la racha de una década sin poder sostener dos períodos consecutivos de expansión y, el que viene, la de quince años sin tres subas del PBI al hilo. Como lo expusieron las últimas cifras que difundió el Indec, esta recuperación impactó fuerte en la reducción del desempleo y, en mucha menor medida, en el índice de pobreza. Fue en este último punto que la inflación metió la cola, congelando un cuadro de distribución regresivo. Según los últimos datos oficiales, a mitad del año pasado, cuando la reactivación ya era sostenida, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional estaba diez puntos interanuales para atrás. Este panorama, complejizado por la feroz escalada de precios del primer trimestre, pone en primer plano la puja distributiva y convierte a las paritarias en un campo de batalla decisivo, para el ingreso de los trabajadores y para la propia salud del proceso de salida de la larga crisis de 2018 – 2020.
Como lo apunta el último informe de la consultora Sarandí, la economía argentina podría completar en 2023 tres años consecutivos de crecimiento por primera vez en 15 años, si se cumplen las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI). El titular de ese centro de estudios, Sergio Chouzas, señaló que hay “buenas perspectivas” de que eso ocurra por la composición del crecimiento en 2021, que estuvo “liderado por sectores de producción de bienes, por sobre las actividades vinculadas a la provisión de servicios”.
La inflación de los supermercados desaceleró pero no hubo retracción de precios
Avanza la canasta para comercios de cercanía
Coincidieron en eso los ministros de Economía, Martín Guzmán, y sus pares de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y de Trabajo, Claudio Moroni, que esta semana analizaron públicamente los últimos datos del Indec sobre la economía. Señalaron que el crecimiento del año pasado, del 10,3%, fue el más alto en 15 años. Y valoraron positivamente el incremento de las inversiones, de 32,9% promedio anual.

El aumento de la actividad traccionó la de la tasa de empleo. Así lo expone el Mirador de la Actividad, el Trabajo y la Economía (Mate) en su último reporte: “El PBI ya está 2,3% por encima del registro de 2019 y el desempleo alcanzó su mínimo en seis años”.

Esta tendencia, junto con la desaceleración del precio de los alimentos en la mitad del año pasado y el aumento en los montos que reciben las jubilaciones mínimas, asignaciones familiares y planes sociales, fueron claves para el descenso en el índice de pobreza, que en Rosario fue de cinco puntos interanuales.

El Centro de Economía Política Argentina (Cepa) lo explicó en números: durante el primer semestre de 2021, el promedio de inflación de alimentos ascendió a 4% mientras que en el segundo sumó 2,9%; el salario mínimo se recuperó 10,4 puntos reales en ese mismo período. Y la AUH mostró una mejora de 2,5 puntos.

Pero lejos de estar asegurada, esa mejoría puede diluirse si no se detiene la escalada inflacionaria del primer trimestre. Según el Cepa, los datos anticipados del período indican que la pobreza volvería a aumentar por la suba de los productos que tienen mayor peso en la canasta básica, que además tomó a los trabajadores con salarios “viejos”. Así, el centro de estudios estima que el indicador podría subir en el primer trimestre de 2022 y bajar en el segundo.

En ese punto, un dilema que ya se expresó el año pasado, se agudiza. En palabras de Chouzas, titular de Sarandí, “los hacedores de política pública deberán generar condiciones para que la captura de ese crecimiento no sea tan asimétrica y el ciclo económico alcista no cristalice una distribución del ingreso con desigualdades que aumentaron en el contexto de pandemia”.

La amenaza
Para el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), la amenaza puede ser mayor. La escalada de precios puede contraer el consumo y con ello el nivel de actividad. Es decir que “el alza relativa de los precios frente a los ingresos puede pasar de un problema distributivo a uno productivo y poner en riesgo el propio proceso de recuperación económica”.

La coyuntura internacional suma desafíos adicionales. El centro de estudios que conduce Andrés Asiaín analizó el efecto de los precios globales en dos frentes: el externo, en el que el impacto positivo en la exportación de productos agropecuarios se balancea con los mayores costos en las importaciones de energía, y el interno, que es el que urge administrar. Si bien sostiene que el gobierno tiene a mano herramientas para enfrentar esta suba (retenciones, controles, etcétera), admite que utilizarlas intensivamente implica mayores costos. Recuerda, en ese sentido, que la UIA está al mando de un delegado de las empresas productoras de alimentos, que atacaron ferozmente los programas de precios máximos en plena pandemia. Y la mesa de enlace “también va a fondo, cuestionando toda la vigencia del sistema de retenciones a pesar de los precios internacionales récord”.

Plata en el bolsillo
Para los economistas del Ceso, “si se intenta evitar el conflicto con los sectores agroexportadores pero conservar el apoyo de las mayorías sociales urbanas, la alternativa es aceptar la aceleración de los precios y acompañarlas de medidas redistributivas más audaces (bonos que aumenten transferencias a familias, mayor incrementos salarial, etc.)”.

Por este lado parece ir el gobierno con los últimos anuncios de aumentos de jubilaciones y planes sociales. Pero “salir por el medio” de la disyuntiva entre “la mesa de enlace y la mesa de los argentinos” tiene sus riesgos en materia de aceleración inflacionaria. Es lo que pasó, rememora el Ceso, cuando Bernardo Grinspun “buscó mejoras distributivas mediante alzas nominales de los ingresos” en un contexto de fuerte suba de precios.

En términos estadísticos, el índice salarial cerró 2021 a la par de la inflación, con toda su heterogeneidad. Incluso, como lo señala Mate en su último informe, en enero los salarios del sector privado registrado crecieron por encima del aumento de los precios. El resultado, aclaran, sigue siendo modesto, ya que el poder de compra volvió recién “al nivel que tenía al asumir el Frente de Todos”. El gobierno nacional insiste con el objetivo de que este año el ingreso le gane por unos puntos a la evolución del costo de vida y el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, asegura que las paritarias se reabrirán todas las veces que sea necesario.

Pero en el actual escenario, a los trabajadores no les alcanza con que a fin de año los ingresos le hayan ganado a la inflación. “Se debe lograr que los salarios le ganen a los precios mes a mes”, enfatizan desde el Ceso. En ese sentido, consideran que las paritarias que comienzan a definirse “deberán concentrar los incrementos en la primera parte de los acuerdos y el horizonte de negociación se va a hacer todavía más corto, con acuerdos que en el mejor de los casos regirán por los próximos seis meses”.

Los economistas de Mate llaman la atención sobre otro punto: la necesidad de mejorar el salario mínimo, vital y móvil como referencia de una política de ingresos. “Con el último aumento, su valor real mantendrá el actual nivel en 2022 pero es un nivel todavía lejano al dejado por el gobierno de Cambiemos, y casi 35 puntos por debajo del que caracterizó la política salarial y distributiva de los gobiernos kirchneristas”, subrayaron. Y recordaron que en el período 2003-2007, la recuperación de ese piso salarial fue “un paso esencial para la recomposición de los ingresos de la población y para la reactivación de la economía”.

“Sin una política fuerte de ingresos favorable a sectores postergados, trabajadores informales y trabajadores formales con ingresos bajos, no alcanzará con el crecimiento económico para reducir la incidencia de la pobreza”, advirtieron.

Fuente: La Capital