Que nos una el espanto

Imagino que estarás todavía mascullando por qué tanta gente votó a Milei, con estupor y temor por lo que podría suceder si efectivamente llega a convertirse en presidente en las elecciones de octubre.

Imagino que estarás todavía mascullando por qué tanta gente votó a Milei, con estupor y temor por lo que podría suceder si efectivamente llega a convertirse en presidente en las elecciones de octubre. Porque lo vimos a la distancia con Trump en Estados Unidos o, más cerca, con Jair Bolsonaro, en Brasil, pero también con Santiago Abascal y Vox en España, y más recientemente con Giorgia Meloni, en Italia.

Derechos conquistados para las mujeres, diversidades y migrantes, y derechos laborales con riesgo cierto de ser cercenados, además de recortes en programas sociales, sanitarios, educativos: eso es parte de su combo de campaña. Milei dice que habrá que pagar por la salud y la educación pública. Que se podrán vender niños y órganos. Niega el cambio climático, está a favor de la libre portación de armas y de la derogación de la obligatoriedad de la Educación Sexual Integral (ESI), a la que considera un instrumento para la destrucción de la familia.

Pero por los testimonios escuchados en las últimas horas, muchos de sus votantes no creen que vaya a implementar estas ideas. Sobre todo los seduce –y sedujo– con la dolarización de la economía aunque, sabemos, una propuesta de este tipo no funcionó en otros países como Ecuador y tampoco explica con claridad cómo la podría llevar adelante. Milei vende espejitos de colores. Pero lamentablemente muchos creen que van a ganar más y en dólares como por arte de magia. La promesa de billetes verdes y de mano dura para delincuentes atrajo.

Milei canalizó el voto bronca contra una dirigencia política que hace tiempo –y no solo en los últimos tres años y medio– no da respuesta a los problemas más acuciantes para amplios sectores de la población, un ranking que podrían encabezar la inflación –con aumento galopante de la pobreza– y la inseguridad. El miedo a no llegar a fin de mes pero también a no llegar de regreso a casa convenció a muchxs de sus votantes. Con Milei volvió el “que se vayan todos”, el grito antipolítica, contra la “casta”, pero también contra los feminismos y todo lo que las luchas transfeministas significan y han conseguido.

Este lunes dijo que plebiscitaría la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Es el Mesías que a los gritos descontrolados promete sueños, que genera esperanza porque es el que todavía no fracasó. Pero, además, resultó el candidato más votado en las PASO porque desde el oficialismo no se llegó a les jóvenes desencantados que estuvieron encerrados en la pandemia, que trabajan pero no pueden alquilar para dejar la casa de sus viejos, que nunca vieron a la Argentina como un país pujante. Un dato no menor, en una elección donde los jóvenes constituyen más de un tercio del electorado.

Como recordó Juan Elman en un artículo para openDemocracy en las elecciones de 2019, el Frente de Todos , ganó y consiguió el 60% de apoyo en ese segmento. La presencia de Milei en redes sociales y en particular sus videos en Tik Tok le permitieron afianzar un vínculo cercano con su electorado adolescentes –que vota por primera vez– y jóven, después de haber sido catapultado a la fama en programas de televisión que lo invitaban porque medía y les resultaba histriónico cuando vociferaba. Errores –como el festejo del cumpleaños de la Primera Dama en momentos de restricciones durísimas para la población en medio de la pandemia–, la pelea interna y el ninguneo permanente entre los distintos espacios que conforman el Frente de Todxs –ahora Unión por la Patria– fueron distanciando al Gobierno incluso de aquellos votantes que tal vez lo habían apoyado en 2019 con esperanzas y ahora o no fueron a votar o le dieron la espalda a la fórmula oficialista.

Hace falta construir –y comunicar mejor– un programa creíble, sensible, cercano a las expectativas de las mayorías, que muestre cómo se puede mejorar la economía y el problema de la inseguridad, sin retroceder en derechos, con un Estado presente y eficiente. Las mezquindades personales de muchxs dirigentes del Gobierno y la coyuntura dinamitaron su propia credibilidad. ¿Cómo creerle a un ministro de Economía que no puede controlar la inflación hoy que la va a poder bajar después de diciembre? Ese es el gran desafío: El panorama es complejo. Pero sin dudas será peor si la ultraderecha conservadora, que encarna Milei –o Patricia Bullrich– finalmente llega a la Casa Rosada.

Nuestros derechos están en peligro. Que nos una el espanto.

Por Mariana Carbajal

Fuente: Página 12