Se suman las advertencias por un ajuste «sin precedentes» que pone a la ciencia en la cuerda floja

La Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (Raicyt) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) fueron tajantes en sus pronunciamientos la semana pasada.

La Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (Raicyt) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) fueron tajantes en sus pronunciamientos la semana pasada.

Presupuesto atrasado con relación a la inflación, ahogo salarial, desfinanciamiento de proyectos, paralización de fondos para nuevas investigaciones e incertidumbre con las ya aprobadas, becarios a los que no se les renuevan sus beneficios, despidos de personal administrativo. Todas estas decisiones nacionales que vienen siendo advertidas por referentes del área, colocan al sector científico-tecnológico del país en la cuerda floja.

La semana pasada, la titular de Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Alicia Caballero, informó que el Gobierno Nacional solo abonará los Proyectos de Investigación (Picts) que tienen firmas -y que serían los de 2021 porque los de 2022 están aprobados pero no firmados-, mientras que para este año, no habrá ninguna convocatoria para nuevas investigaciones «por falta de fondos». Esta decisión convirtió las alertas amarillas en rojas, dado que «la Agencia» es el principal organismo de financiamiento del sector.

«Muchos investigadores están poniendo recursos propios porque no podés parar un proceso de laboratorio, eso significaría tirar toda la inversión hecha hasta ahora, a la basura», advirtió días atrás a El Litoral, Carlos Piña, director del Conicet Santa Fe, quién planteó un panorama complejo con relación al financiamiento y al «drenaje» de investigadores que eligen otros destinos para continuar sus carreras. «Cada 15 días a nivel nacional tenemos 5 ó 6 doctores que renuncian a sus cargos y se van del país», aseguró.

Proceso sin precedentes
Para visibilizar la situación, el viernes hubo una concentración en las puertas del predio del Conicet «Dr. Alberto Cassano», por la ruta 168, en sintonía distintas movilizaciones en otras partes del país y con epicentro en el Polo Científico Tecnológico en Buenos Aires. La convocatoria porteña la hizo la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (Raicyt) que, en un pronunciamiento, afirma que «asistimos a un proceso de ajuste y destrucción de nuestras capacidades científicas y tecnológicas que no tiene precedentes desde la recuperación de la vida democrática en nuestro país».

Otra advertencia de similar seriedad provino del plenario de rectores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que sesionó el viernes en La Pampa. Bajo el título «La ciencia es la universidad», advierte que «el estado de situación de la ciencia en la Argentina es alarmante», y que «de no mediar un cambio trascendental de las políticas del gobierno nacional, se encamina a experimentar un proceso de deterioro sin precedentes». Huelga aclarar que el 60 % de las personas que hacen ciencia en el país trabajan dentro de las universidades nacionales, y que muchos institutos de investigación son de doble dependencia entre alguna universidad y el Conicet.

En estos días en que aparecen advertencias firmes y movilizaciones, surgió una noticia que reafirma el capital que tiene Argentina en sus investigadores. Estados Unidos aprobó la siembra del trigo argentino transgénico tolerante a sequía (HB4), evento que fue desarrollado por la Dra. Raquel Chan, y su equipo del Conicet Santa Fe, junto a un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la firma Bioceres. Ciencia de alto nivel desde Santa Fe.

Un área clave en las sombras
Mientras, el sistema argentino de ciencia y tecnología enfrenta el peor ajuste en su historia o, como dicen las declaraciones, «sin precedentes», en la era de la motosierra de Javier Milei. En los ’90 se mandó a los científicos a «lavar los platos», ahora se los califica de «parásitos». También, como ya ocurrió en el pasado, comienzan las primeras señales de otra «fuga de cerebros». Los argentinos parecemos condenados a un loop interminable donde, otra vez, queda en las sombras el entendimiento de que la ciencia es un área clave para el desarrollo y la soberanía de los países.

«Instamos a que todas las agencias del Gobierno nacional cumplan con las leyes vigentes, reviertan estas decisiones y prioricen el apoyo a la ciencia, la tecnología y la innovación, que son pilares fundamentales para el desarrollo del país», culmina el CIN en su declaración. Es de esperar que así como el Ejecutivo tuvo alguna reacción cuando la sociedad acompañó el reclamo de las universidades en la masiva marcha del 23 de abril, también aporte ahora respuestas a nuestro sistema de ciencia y técnica.

Fuente: El Litoral