Solo Milei lo sabe…
Una de las características que va adquiriendo la gestión política del gobierno libertario es la falta de coordinación y coherencia en sus acciones, que incluye marchas y contramarchas en la toma de decisiones.
22/01/2024 OPINIÓNUna de las características que va adquiriendo la gestión política del gobierno libertario es la falta de coordinación y coherencia en sus acciones, que incluye marchas y contramarchas en la toma de decisiones. La aparente firmeza de algunas afirmaciones se da de cara con múltiples contradicciones. El anuncio de la designación de Francisco Sánchez en la Secretaría de Culto es un dato más que se encuadra en el estilo anterior, de lo contrario no se entiende que el gobierno confíe las relaciones con las diferentes comunidades religiosas a una persona, que si bien se dice “católico practicante”, no tiene ningún antecedente o trayectoria de peso que justifique su llegada al cargo. Máxime si se tiene en cuenta que el nuevo funcionario –en ese caso igual que el Presidente- agravió públicamente al Papa, líder espiritual de la mayor comunidad religiosa del país. Su designación no cayó bien en la Iglesia Católica, pero tampoco entre judíos y musulmanes que también fueron blanco de sus ataques verbales en tiempo reciente. Solo el sector evangélico más conservador se alegró por la elección.
El nombramiento bien puede calificarse de un error, algo que no debería sorprender en vista de que varios funcionarios que se tuvieron por designados no llegaron a asumir su cargo o, una vez incorporados a la gestión, renunciaron a los pocos días. Pero también es cierto que otra característica del gobierno de la LLA es que carece de personas idóneas para cubrir cargos en el Estado. Este podría ser un caso más.
Atendiendo a la cronología de los hechos, resulta difícil explicar que pocas horas después que el Presidente le envía una carta de invitación a Francisco para que venga al país, se anuncia como Secretario de Culto a una persona que agravió al Papa, considerando que por las manos del funcionario tendrán que pasar la mayoría de las gestiones (también negociaciones) para la visita de Bergoglio. Tampoco alcanzan los pedidos de disculpa que hizo Sánchez en una vertiginosa recorrida por los medios amigos.
Si de la Iglesia Católica se trata, el presidente Milei sigue sin recibir a la Comisión Ejecutiva del Episcopado, a pesar de que le fue solicitada una audiencia. “La jefe” Karina invitó a su despacho al obispo Oscar Ojea, presidente de la CEA, para una reunión que fue cordial pero en la que no se abordaron temas en profundidad. Sánchez solo es conocido por los sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica y se lo ubica cercano al lefebvrismo. Este no es un buen mensaje para la conducción del episcopado alineada con Francisco.
No se entiende entonces el motivo por el cual un presidente que hace ostentación místico religiosa descuida de manera ostensible los vínculos con las más importantes comunidades de fe del país.
Solo se podría decir –y casi a modo de especulación- que se trata una ofensiva más contra las instituciones, en este caso religiosas, de la misma manera que pretende avanzar contra los principios republicanos y democráticos, la cultura y la formas de convivencia en la Argentina. “La libertad carajo” podría traducirse en ese caso como “que no quede nada en pie”.
En ese marco la designación de Sánchez en Culto, solo puede entenderse como una nueva provocación que el presidente libertario suma en su haber.
Pero entonces, ¿por qué la insistencia en invitar al Papa y hasta abrir la posibilidad de visitar a Francisco en Roma?
¿Impericia, ignorancia o provocación? Solo Milei lo sabe…quizás…
Por Washington Uranga