Trabajo desigual 

El trabajo doméstico no remunerado es el principal obstáculo para las mujeres.

El trabajo doméstico no remunerado es el principal obstáculo para las mujeres.

El trabajo doméstico no remunerado es la principal restricción para que las mujeres participen en condiciones igualitarias en el mercado laboral. A raíz de la falta de tiempo, su inserción en el mercado laboral se ve limitado. Así lo destaca un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda, que indica, además, que cuando las mujeres acceden al mercado de trabajo lo hacen en condiciones más precarias. A modo ilustrativo, al cuarto trimestre de 2020, las mujeres registraron mayores tasas de desocupación (11,9 por ciento), subocupación (18,0 por ciento) y empleo no registrado (32,9 por ciento) que los varones, marcando brechas de 1,7 puntos porcentuales, 5,0 puntos porcentuales y 0,5 puntos porcentuales, respectivamente.

Página 12 habló con Cecilia Gonzalez Bonorino, integrante del Observatorio de Políticas Públicas de la Undav: “El gobierno, y principalmente el Anses, viene implementando varias políticas que tienen perspectiva de género, como el ingreso familiar de emergencia, los refuerzos de la tarjeta alimentar, los bonos extraordinarios para la AUH o para las jubilaciones mínimas. Este tipo de prestaciones o de transferencias del Estado están teniendo un gran impacto en las mujeres con menos recursos. Hay un reconocimiento de las desigualdades que existen en el mundo laboral entre hombres y mujeres, y no solo eso, si no que hay un reconocimiento de la desigual distribución de las tareas del cuidado y domésticas no remuneradas”.

Una forma de visibilizar la importancia del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es midiendo su contribución a la economía del país. Replicando la metodología aplicada por la Dirección de Economía, Igualdad y Género (2020), la Undav infirió que en el cuarto trimestre de 2020 esas tareas representaron el 20 por ciento del producto bruto interno, siendo el sector de mayor contribución a la economía, seguido por la industria (11,7 por ciento) y el comercio (12,3 por ciento).

Otro aspecto importante tiene que ver con los techos y paredes de cristal que generan, según la Undav, las construcciones sociales de género. Las paredes de cristal concentran a las mujeres en actividades menos dinámicas y peor remuneradas, en su mayoría vinculadas al cuidado.

Durante el cuarto trimestre de 2020, más de la mitad de las mujeres asalariadas (52,7 por ciento) que ingresaron al mercado laboral se dedicaron a actividades relacionadas al cuidado (servicio doméstico remunerado, educación y servicios sociales y de salud). Esto es el resultado de la asociación de las mujeres a los trabajos del cuidado a partir de la naturalización de su rol maternal, fenómeno que continúa siendo una fuerte limitante para el desarrollo profesional de las mujeres. Estas actividades muestran altas tasas de feminización, en todos los casos superando el 70 por ciento, pero bajos niveles de actividad.

“La pandemia está dejando un mundo más desigual y, por ende, una Argentina más desigual. Quienes más están sufriendo el impacto de la crisis son las mujeres. Entonces, es para celebrar estas medidas de recuperación económica con inclusión social y perspectiva de género. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. Faltan medidas específicas que atiendan a las empleadas de casas particulares. Estamos hablando de entre 1,5 y 2 millones de personas que no tienen una política específica que las ayude a soportar esta situación coyuntural de pandemia” concluyó Bonorino.

Fuente: Página 12