Tres de cada diez chicos comieron menos en 2018

El riesgo alimentario creció a la par del aumento de la pobreza monetaria, que el año pasado llegó al 51,7 por ciento en la franja que va de los 2 a los 17 años. El 13 por ciento de los niños, niñas y adolescentes directamente pasó hambre.

El riesgo alimentario creció a la par del aumento de la pobreza monetaria, que el año pasado llegó al 51,7 por ciento en la franja que va de los 2 a los 17 años. El 13 por ciento de los niños, niñas y adolescentes directamente pasó hambre.

El 29,3 por ciento de las y los niños del país pertenecen a hogares en los que en 2018 se pasó hambre o comió menos en 2018, según el más reciente informe que la Universidad Católica Argentina realizó sobre la infancia nacional. Es el peor indicador de la última década y está directamente vinculado al aumento de la pobreza monetaria, que en ese sector de la población llegó el año pasado al 51,7 por ciento. El estudio consigna, además, que creció seis puntos la cantidad de chicos con déficit de al menos un nutriente esencial para su desarrollo, mientras que el 14,9 por ciento comió menos de cuatro veces por día.

El Observatorio de la Deuda Social de la UCA presentará esta tarde el informe «Infancias. Progresos y retrocesos en clave de desigualdad». Se trata de un trabajo que estudió el progreso durante la última década de las condiciones alimenticias, habitacionales, de salud, educacionales y de crianza y esparcimiento, entre otros aspectos, de la infancia y la adolescencia nacional cuyas conclusiones no son positivas.

El panorama más complejo lo arrojó el empeoramiento de las condiciones alimentarias a las que las niñas, los niños y les adolescentes estuvieron sometidos durante el último año. Así, el ODS concluyó que el riesgo alimentario en la infancia se incrementó en el último período interanual, 2017-2018, en un 35 por ciento, 7 puntos más que en 2010: tres de cada diez chicos y chicas pertenece a hogares en los cuales el acceso a los alimentos se complicó el año pasado. De esos niños, el 13 por ciento pasó literalmente hambre durante 2018.

El riesgo alimentario, es decir la reducción de la dieta por problemas económicos, impactó en el último año más en los chicos que pertenecen al estrato socioeconómico «muy bajo», quienes tienen 13 veces más chances de no cubrir sus necesidades alimentarias que los que pertenecen al sector «medio alto». Esa brecha, concluyó el informe, creció en relación a 2017, cuando era 11,4 veces.

En tanto, la proporción de niños y niñas en hogares que no logró cubrir las necesidades alimentarias de todos sus miembros por problemas económicos alcanzó el año pasado el 29.3 por ciento. Según la UCA, 1.6 millones de niños y adolescentes realiza menos de cuatro comidas diarias. La cena es, planteó el informe, la más frecuentemente salteada, dado que el 7 por ciento no la ingiere.

El déficit de nutrientes que experimentó el último año el 37 por ciento de los chicos y chicas tiene diferentes componentes: el 14,5 por ciento registró carencias de carne, pollo y pescado; el 22,6 de fruta; el 20.7 de verduras y el 9,9 de lácteos. Esa falta de nutrientes o directamente de alguna comida diaria es más frecuente en niños de 10 a 17 años, de familias extensas, que viven en hogares monoparentales, que pertenecen al estrato «trabajador marginal» y al nivel socioeconómico «muy bajo».

El análisis de la situación alimentaria de los niños, las niñas y les adolescentes de la Argentina urbana tiene como uno de sus pilares esenciales las cifras de pobreza. Así, los responsables del estudio indican que en 2018, el 27,2 por ciento de este sector social –personas entre 0 y 17 años– vivieron en hogares con necesidades básicas insatisfechas, según la Encuesta de la Deuda Social Argentina realizada periódicamente por el organismo de la UCA. La pobreza monetaria, en tanto, se estimó que afectaba al 51,7 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en el tercer trimestre de 2018.

El nuevo informe, en tanto, plantea que, aunque se evidencian leves mejoras a lo largo de la década, las infancias y adolescencias son «unas de las poblaciones más vulnerables a las privaciones en el espacio del hábitat de vida, con las consecuencias que ello tiene en la salud y en el desarrollo humano y social» de los niños, niñas y adolescentes. Según las estimaciones más recientes, casi la mitad de la infancia en el país urbano vive en condiciones medio ambientales contaminantes, aunque plantea que la situación mejoró «levemente» entre 2010 y 2018.

En cuanto al derecho a la salud, el trabajo arroja que son los niños y las niñas pobres los que registran 6,4 veces «más chances» de tener a salas y hospitales públicos como única opción de atención sanitaria que sus pares de los sectores socioeconómicos más elevados. «Esta es la magnitud del desafío de atención que presenta actualmente el sector público de salud y que alcanza al 63 por ciento de la infancia del Conurbano Bonaerense», reconocen en el informe.

Fuente: Página 12